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Tres cerditos - Apostolos Doxiadis

Apostolos Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder engañar a la muerte.

Apostolos
Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga
y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de
tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una
fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder
engañar a la muerte.

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de nada.<br />

La belleza del plan era que, aunque era tan falso como una moneda de<br />

madera, podría haber seguido haciéndolo infinitamente siempre y cuando no<br />

se volviera muy avaricioso. Pero qué artista del chanchullo no es<br />

avaricioso… Es como pedir que un avaro sea generoso. Y con Leo también<br />

funcionaba esa ley. Durante unos meses su estrategia funcionó bien y ganó<br />

mucho dinero, lo que llevó al pobre Al a pensar que el chico era un genio<br />

financiero. Pero entonces, cuando Leo se convenció de que su sistema era<br />

infalible, expandió su alcance (o más bien el del dinero de sus clientes) y tuvo<br />

fuertes pérdidas, que repartió entre muchos clientes. Un colega lo detectó y se<br />

lo dijo al jefe. Al tuvo que hacer un gran esfuerzo para persuadir a su amigo<br />

de que no denunciara el asunto a las autoridades. Al final lo consiguió, pero<br />

solo tras cubrir personalmente las pérdidas que su hermano les había cargado<br />

a los clientes, una cantidad que alcanzaba las cinco cifras, y después de darle<br />

a su amigo un cheque bien abultado para mostrarle su agradecimiento por la<br />

comprensión que había demostrado con el «pobre huérfano».<br />

Ahí tiene al tipo de hombre en el que se ha malgastado una buena<br />

educación en importantes colegios y universidades. Y eso es porque en esos<br />

sitios se pueden aprender muchas cosas como… poemas en latín, la<br />

población de la capital de Bolivia o cómo resolver un difícil problema de<br />

trigonometría, pero no se aprende nada de nada sobre comportarse bien. Y<br />

cuando hablo de «comportarse» no me refiero a tener buenos modales y cosas<br />

así, porque los modales de Leo eran perfectos. De hecho, cuando todavía era<br />

un niño, todo el mundo felicitaba a Al por lo bien que lo había criado porque<br />

llamaba «señor» y «señora» a la gente mayor, les sujetaba la puerta a las<br />

señoras, no se lanzaba el primero a por la comida en la mesa y demás. Pero<br />

debajo de toda esa fachada, ya era un sinvergüenza. Y siguió siéndolo.<br />

Cuando trabajaba para el agente de bolsa, Al le alquiló a su hermano un<br />

coqueto apartamento con vistas a Central Park a dos manzanas de la mansión<br />

de ladrillos de su familia en la calle Sesenta y Uno. Pero después de que se<br />

descubriera lo que había hecho, Al decidió que debía tenerlo más vigilado.<br />

Así que cuando Leo empezó a trabajar en las oficinas centrales de<br />

Frank & Worthington, en un puesto que estaba bajo su supervisión directa (al<br />

menos algo había aprendido Al tras ese último chasco), le hizo mudarse a la

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