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Tres cerditos - Apostolos Doxiadis

Apostolos Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder engañar a la muerte.

Apostolos
Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga
y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de
tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una
fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder
engañar a la muerte.

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la mayor parte de las cosas que escribe la gente cuando se les mete en la<br />

cabeza toda esa locura de que Dios de repente ha desarrollado un interés<br />

personal en sus vidas. Si no hubiera sido así, Leo le habría contado a su<br />

amigo Rico solo la información básica: que en cierto momento su afición a la<br />

bebida «acabó metiéndole en problemas graves» y que después intentó<br />

quitarse la vida, algo que describió como «un acto de desesperación»,<br />

supongo que porque los padres consideran el suicidio un «pecado capital».<br />

Pero en el último momento le salvó su vida ese Ángel, que sin duda le había<br />

enviado el Señor, y que apareció con un cuenco de sopa justo en el momento<br />

adecuado.<br />

Unos días después le llegó otra carta en la misma línea, que sirvió para<br />

convencer a Terranova de que ir a África a ver a Leo iba a ser una pérdida de<br />

tiempo. El Ángel y su amigo el doctor lo estaban haciendo muy bien con él,<br />

sobre todo porque Leo decía que se iba a quedar en ese sitio, en Lambaréné,<br />

un tiempo «ayudando en el hospital». (Ayudando ¿cómo?, pensó Terranova.<br />

¿Vaciando orinales?). Sus cartas volvieron a llegar con frecuencia, con<br />

demasiada frecuencia en opinión de Terranova, y también eran muy largas.<br />

En una de ellas incluyó una foto de él, que ahora estaba arreglado y limpio y<br />

con una gran sonrisa en la cara, al lado del doctor Schni… Schweitzer (un<br />

tipo que parecía Albert Einstein, por cierto, con el gran bigote blanco, el corte<br />

de pelo espantoso y demás).<br />

Todas las cartas que Leo le escribió a su amigo Rico de entonces en<br />

adelante transmitían ese mismo mensaje de «Dios es mi mejor amigo». En<br />

cierto momento Terranova se aburrió tanto de leerlas que pensó en recordarle<br />

a su amigo Leo (o más bien a su amigo Bernard, como lo llamaba en sus<br />

cartas) que su amigo Rico era judío y que por eso no entendía todas esas<br />

cosas cristianas tan elevadas. Pero decidió que mejor no, no fuera que eso le<br />

hiciera querer convertirlo y se pusiera a escribirle todavía más a menudo.<br />

Aun así, como no se sentía muy cómodo con el tema teológico, Terranova se<br />

inventó una especie de «ángel» para el amigo Rico también y empezó a<br />

hablarle de su amor por ella. Solo que en ese caso no era una señorita<br />

francesa buena samaritana que le guiaba por el camino recto, sino una sexi<br />

costurera de Chicago que se llamaba Mónica, supuestamente la sobrina viuda<br />

de un amigo antifascista, con la que él, es decir, Rico, supuestamente había

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