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Tres cerditos - Apostolos Doxiadis

Apostolos Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder engañar a la muerte.

Apostolos
Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga
y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de
tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una
fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder
engañar a la muerte.

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ecargó el 357 y lo volvió a guardar en su sitio, bajo su cinturón. Después<br />

esperó a que Leo recuperara el aliento, una tarea complicada en esas<br />

circunstancias. Pero al final lo consiguió y simplemente se quedó mirando a<br />

Terranova con unos ojos llenos de preguntas sin pronunciar. Pero Terranova<br />

no tenía ganas de hablar, así que simplemente dijo:<br />

—Llévame a Ndjolé y después vuelve a tu casa.<br />

Pero entonces Leo, el robot, se despertó de repente y dijo, como si fuera<br />

lo más importante del mundo en ese momento:<br />

—¡Pero tengo que ir a ver al doctor Schweitzer!<br />

—Que le den al doctor Schweitzer —contestó Terranova. Pero rectificó y<br />

añadió—: O mejor vete a darle bien a tu mujer. Puedes ir a ver al doctor<br />

Schweitzer mañana.<br />

Leo arrancó el motor, todavía temblando, y volvió a poner la lancha en su<br />

rumbo; en esa travesía siguió al timón, pero sentado, no de pie, y el shock<br />

provocaba que de vez en cuando hiciera un zigzag.<br />

Había un niño sentado en el muelle de Ndjolé. Se levantó de un salto<br />

cuando los vio acercarse y les ayudó a atracar mientras le preguntaba algo en<br />

francés a monsieur Bernard. Por sus gestos era obvio que quería saber por<br />

qué estaba mojado. Pero Leo no respondió. Terranova le dio al niño su bolsa<br />

y salió de la lancha. Se quedó de pie en el muelle un momento, mirando a<br />

Leo, y de repente le preguntó:<br />

—¿Sabes lo que ha pasado?<br />

Leo negó despacio con la cabeza.<br />

—No estoy muy seguro.<br />

—Yo te lo diré —afirmó Terranova—. Has tenido un accidente. Pero tu<br />

amigo Rico afortunadamente llevaba un arma. Dile a tu Ángel que ha sido «la<br />

Divina Providencia». —Terranova cogió su bolsa—. Mantén la boca cerrada<br />

y todo saldrá bien, amigo —añadió.<br />

Y entonces se volvió y empezó a caminar hacia la calle principal de<br />

Ndjolé. Detrás de él oyó que arrancaba el motor de la lancha y después el<br />

ruido que se alejaba, río abajo.<br />

Y así Leo Frank, conocido como Bernard MacLane, volvió a El hogar del<br />

amor y, hasta donde yo sé, sigue allí a día de hoy, criando huérfanos negros<br />

con su esposa.

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