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Tres cerditos - Apostolos Doxiadis

Apostolos Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder engañar a la muerte.

Apostolos
Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga
y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de
tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una
fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder
engañar a la muerte.

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LA PRIMERA REACCIÓN de Nick Frank no fue la que se puede esperar de un<br />

hombre que se enfrenta a una situación así, o sea, una demostración de dolor.<br />

Lo único que Nick podía pensar en ese momento era que la muerte de Al<br />

Frank significaba que tenía que decir adiós al sueño de su regreso triunfal al<br />

estrellato. Pero menos de una hora después, cuando Leo Frank entró por la<br />

puerta de la casa de Long Island conduciendo su bonito coche deportivo a<br />

toda pastilla, su humor cambió. Porque, después de darle un abrazo, Leo le<br />

susurró al oído unas noticias excelentes: según el testamento de Al, los dos<br />

iban a ser muy ricos (se había enterado de eso gracias a una confidencia que<br />

le había hecho Thelma en la cama). Así que la reacción inicial de decepción<br />

de Nick dio paso a una segunda: como de repente era millonario de pleno<br />

derecho («muy rico» no podía significar otra cosa si se trataba de Al), ahora<br />

podía invertir él mismo a título personal en La vida de Jesús. Con esa<br />

seguridad, ya se pudo permitir el lujo de mostrar el duelo por su hermano, así<br />

que se puso a suspirar constantemente, a llorar un poco incluso y demás. Pero<br />

esas demostraciones de emoción no duraron mucho tiempo, porque horas<br />

después le embargó otro sentimiento: el miedo.<br />

Fue entonces cuando Nick se dio cuenta de algo que era obvio desde el<br />

principio, pero de lo que él no se percató, no sabía por qué, hasta que lo oyó<br />

en la radio: «El presidente de la compañía Frank & Worthington Enterprises,<br />

de Nueva York, el reputado empresario Alexander Frank, ha muerto esta<br />

tarde de un ataque al corazón en su casa de Long Island. Tenía cuarenta y dos<br />

años». Nick se quedó de piedra. Al había muerto a los cuarenta y dos años,<br />

¡como había dicho Tonio Lupo! Pero no había sido asesinado (el médico<br />

había determinado con seguridad absoluta que había sido un ataque al<br />

corazón), así que podía ser una coincidencia. Una coincidencia muy trágica.

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