Tres cerditos - Apostolos Doxiadis
Apostolos Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder engañar a la muerte.
Apostolos
Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga
y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de
tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una
fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder
engañar a la muerte.
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expectativa, acercándose ya a los cinco millones, continuó Koltai, los<br />
productores habían tenido que apoyarse cada vez más en los inversores, sobre<br />
todo en ese maldito tejano, el magnate del petróleo. Ese hombre era un<br />
problema, un verdadero problema. Cuando por fin entró en razón y dejó de<br />
presionar para que eligieran a Errol Flynn, se puso a exigir que una de sus<br />
amantes hiciera el papel de María Magdalena.<br />
Eso también acabó resolviéndose: al fin y al cabo, María Magdalena era<br />
prostituta, y además podían reducir su texto a lo mínimo. Pero después al<br />
magnate se le ocurrió exigir, solo Dios sabía por qué, que el papel de Jesús lo<br />
hiciese un tipo totalmente inadecuado, un tal Henry Fonda. De hecho se había<br />
puesto tan pesado con eso que había amenazado con retirar completamente su<br />
financiación del proyecto si no le daban el papel a Fonda.<br />
—¿Pero qué sabe un palurdo de Texas de películas? —exclamó Nick,<br />
irritado.<br />
—Nada —contestó Koltai—. Pero ya sabes cómo es Hollywood.<br />
Nick soltó una maldición y contestó que sí que lo sabía, y demasiado<br />
bien. Le preguntó a Koltai qué iban a hacer ahora. ¿Es que ninguno de esos<br />
productores tenía pelotas? ¿Nadie podía plantarle cara al maldito tejano? ¿Es<br />
que iban a permitir que un paleto, un memo como ese, decidiera el destino<br />
del proyecto más ambicioso de la historia del cine? Koltai se lamentó con él<br />
durante un rato, quejándose de lo duro que era ese negocio. Pero de repente<br />
se le iluminó la cara con un rayo de esperanza.<br />
—¿Sabes, Nicholas? —dijo—. He ténido una ídea que pódria hácer que<br />
mátaramos dos págaros de un tiro: ásegurariamos la fínanciacion de la<br />
pélicula y tú téndrias el pápel.<br />
—¿Y a qué esperas? ¡Suéltalo, hombre! —animó Nick.<br />
—Bueno… —empezó a decir Koltai con mucha cautela—. Súpongamos<br />
que el dínero que vamos a pérder si se va el tégano lo éncontramos en otro<br />
ínversor que tenga claro que quiere que Nicholas Franco, y solo él, haga el<br />
pápel de Guésus.<br />
Nick pareció desconcertado.<br />
—Es mucho suponer. ¿Existe ese inversor?<br />
Koltai hizo un aro con el humo de su puro.<br />
—Esta es la ídea que se me ha ócurrido y que creo que debo cómpartir