Tres cerditos - Apostolos Doxiadis
Apostolos Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder engañar a la muerte.
Apostolos
Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga
y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de
tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una
fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder
engañar a la muerte.
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Peppe Terranova y le dijo que fuera a su casa de Seagate. Se sentaron solos<br />
los dos en el soggiorno, lo que en Estados Unidos llaman «la sala de estar»,<br />
aunque, dado el tema del que iban a hablar ese día, debería haberse llamado<br />
más bien «la sala de matar», y don Tonio le dijo a Terranova:<br />
—Muchacho, estoy enfermo. No voy a vivir mucho y pronto cruzaré,<br />
como mi querido Luigi, las puertas del paraíso.<br />
Sí, eso dijo, signore, «las puertas del paraíso». Aparentemente estaba<br />
muy seguro de que su hijo y él iban a ir al cielo y no a ninguna otra parte.<br />
—Por culpa de ese figlio di puttana —prosiguió—, ese hijo de zapatero<br />
lucanese cuyo nombre no quiero ni pronunciar, voy a morir sin un heredero.<br />
Y como mi Luigi tampoco tenía hijos (mi pobre hijo creía que tendría tiempo<br />
para eso más adelante), tampoco tengo nietos. Pero sí que va a quedar algo de<br />
mí en esta tierra: ¡mi odio! —Entonces don Tonio puso una mano temblorosa<br />
sobre la de Terranova—. Tú, Peppe, eres un hombre de raza, un paesano, un<br />
hombre de buen material. Tú sabes por tu sangre lo que significa el honor. Y<br />
también conoces el significado de omertà, el deber del silencio. Esas dos<br />
cosas, honor y omertà, son las que te convierten en un verdadero hombre,<br />
figlio mio.<br />
La salud de don Tonio estaba tan deteriorada que no se encontraba en<br />
condiciones de darle una larga charla sobre los principios de la mafia. De<br />
hecho, tras un minuto hablando, su enfermedad, combinada con su estado<br />
emocional, hizo que los pulmones del capo empezaran a emitir un sonido<br />
inquietante, una especie de silbido. Así que fue directo al grano:<br />
—Escucha, figlio mio… ssshhh… Y te estoy llamando «hijo mío» por<br />
algo, ssshhh… Porque es a ti a quien quiero dejar la única cosa sagrada que<br />
me queda: la tarea de vengar a mi Luigi, ssshhh… ¡Sí, Peppe, muchacho! De<br />
ahora en adelante, ssshhh, vivirás con un único objetivo en mente: que caigan<br />
los tres hijos de ese infame hijo de puta, ssshhh, que mató a mi hijo, ssshhh,<br />
ssshhh… ¡Pero ten cuidado! Cada uno de ellos debe morir cuando tenga<br />
cuarenta y dos años, exactamente la misma edad que tenía mi Luigi cuando<br />
ese carnicero lo rajó, ssshhh, ssshhh…<br />
Temiendo que el pobre viejo muriera allí mismo por el esfuerzo,<br />
Terranova agachó la cabeza y dijo:<br />
—Así se hará, don Tonio.