Tres cerditos - Apostolos Doxiadis
Apostolos Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder engañar a la muerte.
Apostolos
Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga
y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de
tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una
fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder
engañar a la muerte.
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arrojaba una nueva luz sobre el asunto. En cualquier caso, aunque Nick le<br />
había causado problemas más de una vez, Al siempre le había querido<br />
mucho, y seguro que sentiría orgullo familiar cuando oyera los resultados del<br />
estudio de mercado que decía que el público estadounidense había escogido a<br />
su hermano como el hombre perfecto para interpretar a Jesús. Así que cogió<br />
la hoja con los números, fue hasta Long Island (estamos en el año 1939,<br />
recuerde, y Al Frank ya había trasladado allí su oficina) y le habló a su<br />
hermano de ello.<br />
La reacción inicial de Al fue que no tenía intención de malgastar ni un<br />
dólar, mucho menos quinientos setenta mil, para que su hermano volviera al<br />
cine. Era demasiado considerado para decírselo a su hermano con esas<br />
palabras, pero quedó claro por el ceño que puso al oír lo que le contó. Pero<br />
cuando le echó un vistazo a la hoja con las cifras que le puso delante, su<br />
expresión cambió, exactamente como había predicho Koltai. Porque de esas<br />
cifras se desprendía que, aunque La vida de Jesús tuviera un éxito solo<br />
moderado, un inversor conseguiría recuperar su dinero en nada más que tres<br />
meses tras el estreno. Y si a la película le iba mejor que eso, podría significar<br />
la obtención de un enorme beneficio; solo el cielo era el límite, de hecho.<br />
Claro que Al no tenía ni la más mínima idea sobre el negocio del cine, pero<br />
era capaz de reconocer que la idea era muy ingeniosa precisamente por su<br />
simplicidad: nadie, por mucho que se esforzara, podría encontrar una historia<br />
más popular que la de Jesucristo. Y lo que resultaba aún mejor: millones de<br />
personas de todo el país se dedicaban a publicitarla, gratis, cada minuto y<br />
cada hora de cada día. ¿Qué mejor publicidad que esa se le puede hacer a una<br />
película?<br />
Así que Al le pidió a dos de sus socios más cercanos, un tipo que sabía<br />
del mercado y otro que era un experto en números, que fueran a Long Island.<br />
Todos revisaron la hoja que Koltai le había dado a Nick, comentaron las<br />
cifras y decidieron que no perdían nada, excepto algo de tiempo a lo sumo,<br />
haciendo venir al productor para que les diera más detalles. Al se lo dijo a<br />
Nick y Nick llamó a Koltai al Plaza.<br />
Como el tiempo era esencial, porque el tejano estaba presionando para<br />
que contrataran a Henry Fonda, concertaron una reunión para el día siguiente.<br />
Y así, a última hora de una bonita mañana de primavera, Joe Koltai llegó