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Cien peliculas que me abrieron la cabeza - Nicolas AmelioOrtiz

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Assault on Precinct 13 prefigura la obra maestra de Carpenter, The Thing

(El enigma de otro mundo, 1982), con una premisa similar y que nunca falla:

el grupo encerrado en un microespacio claustrofóbico tratando de sobrevivir a

la amenaza del macroespacio. Carpenter hace un gran trabajo para mantener

la tensión, y desarrollando los personajes en un solo escenario durante casi

todo el tiempo. Y encima con un elenco poco conocido y con una muy sobria

puesta en escena.

La película nos arroja a una secuencia de extremo suspenso que empieza a

despertar cuando el dueño de un camión de helados sospecha de ese auto que

ya pasó más de una vez por la misma cuadra. No quiero revelar en esta nota el

horrendo clímax de esa escena, pero sepan que se trata de uno de los mejores

homenajes que Carpenter le pudo haber rendido a Alfred Hitchcock: la

insoportable armonía entre la música, la tensión y el silencio nos recuerdan a

aquella escena del pesadillesco avión fumigador en North by Northwest

(Intriga internacional, Alfred Hitchcock, 1959). En cada una de las dos, su

cautivante sencillez narrativa desarrolla el suspenso con diestro sentido de la

obsesión, y la cuerda se va tensando hasta lo imposible, para que sobrevengan

las dos fatales resoluciones.

Una cosa que me gusta muchísimo de Assault, considerada

pedagógicamente, es el jugo que de tan escasos elementos saca Carpenter. En

manos de todo creador talentoso, el bajo presupuesto se convierte en una

fuente de posibilidades, sencillamente porque el artista se ve obligado a

esforzarse al máximo. Bajo tanta presión, incluso con las limitaciones

presupuestarias más desesperadas se puede lograr una película impecable a

nivel artístico, y además entretenida para todo el público. Y, en esta, el gran

artista que es Carpenter aprovecha la locación hasta el último milímetro al

mostrarla en audaces encuadres y al elegir una paleta de colores delineada

entre sórdidos azules y amarillos no precisamente de Van Gogh.

Otro de los aspectos más memorables de la película es su música original,

creada por el mismo Carpenter. Un simple arreglo de sintetizadores con que el

genio —seguramente ignorándolo— sentaba las bases para la música de

cualquier película de acción o terror de los años 80. Según Carpenter,

componer esta banda sonora le llevó tres días, y lo que más le costó fue

conseguir ese sonido que todos asociamos con los 80, cuatro años antes del

comienzo de esa década y con una tecnología mucho más básica.

Assault on Precinct 13 no es una de las películas más conocidas de

Carpenter, ni tampoco gozó de un buen estreno. A pesar de que en aquellos

tiempos la audiencia en festivales de cine la aprobó, nunca fue reconocida

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