Cien peliculas que me abrieron la cabeza - Nicolas AmelioOrtiz
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muestra ya es más que suficiente para que se nos ponga la piel de gallina. Es
difícil combinar el género de terror con un drama o con el romance:
cualquiera pensaría que son dos polos opuestos. Sin embargo, como sucede
con algunas películas —como por ejemplo Spring (Justin Benson, 2014)—,
Let the Right One In nos demuestra que se puede lograr el balance perfecto.
Es una película fría, desaturada e intimista, siempre dispuesta a prepararnos
para algo terrible. El director usa los travelings y el diseño sonoro para
revelarnos espacios o personajes y para manejar la tensión en las escenas. Si
bien el diseño de sonido tiene un tono realista, muchos ruidos —desde
sutilezas como las respiraciones y el movimiento de la ropa, hasta sonidos
más puntuales como los producidos durante los ataques de Eli a sus víctimas
— resaltan más de lo normal, y sin que nos demos cuenta consiguen meternos
mejor en la película.
Hay muchas escenas memorables en esta historia de amor tan poco
convencional: el ataque de los gatos a la mujer, el intento fallido de asesinato
en el vestuario, la mujer que arde en el hospital; todas estas son grandes
escenas. Pero lejos la que más nos va a quedar grabada en la mente es la del
final en la pileta. Una escena que combina a la perfección el ritmo del
montaje con los tiempos de cada plano y la violencia más aterradora. Todo
esto, con un diseño sonoro —recuerden la toma subacuática— que nos hace
sentir tan ahogados como el protagonista. Esta compleja escena perfectamente
podría ser un cortometraje, excelente en sí mismo.
A pesar de que este film recibió buenas críticas y tuvo un éxito moderado
en taquilla, quedó bastante opacada por el desastre de remake que le hicieron
en 2010: aquella aberratio mentalis titulada Let Me In. Si vieron esa
porquería y quedaron decepcionados, no duden en compararla con la original:
las distancias entre el desarrollo de personajes y la dirección de cada escena,
en una y en otra película, son siderales.
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