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Cien peliculas que me abrieron la cabeza - Nicolas AmelioOrtiz

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mata animalitos y no se baja de su motocicleta ni para subir una escalera.

Toda la decadencia de una ciudad y sus distintas clases sociales está

hiperbolizada, pero siempre con el objetivo —aparente— de hacernos morir

de risa. A Raising Arizona no se la nota explícitamente pensada como una

sátira incorrecta. No declama. Simplemente nos pone en la mesa todos los

estereotipos que podríamos encontrar en una ciudad pequeña y los lleva a sus

límites con aguda gracia. Al final parecería que Hi y Ed son los únicos

personajes razonables en la película, siendo ellos mismos los delincuentes que

robaron al bebé. También hay muchas escenas inolvidables por su creatividad

y su despliegue. Todavía no tengo idea de cómo prepararon y filmaron el

plano de la moto saltando sobre el auto y subiendo la escalera hasta el cuarto

de los pequeños Arizona. La persecución de la policía —y… ¡los perros!—

después de que Hi roba los pañales, sumada la música de banjo a todo

volumen mientras escapa. Hasta las expresiones del bebé son buenísimas al

agregarle un grado de inocencia a cada escena.

A pesar de que esta película no busque alcanzar la grandeza máxima ni

contar la historia, cada aspecto estilístico y narrativo está explotado al

máximo. Se nota el interés de los Coen en armar puestas en escena novedosas

y frenéticos movimientos de cámara. Los personajes son pocos, y muy

entrañables. Y las escenas de acción no son impresionantes, pero te hacen

morir de la risa. Todo está muy bien resumido en el monólogo final de Hi,

mejor escrito y más emocionante —sardónicamente emocionante— que los

de muchas otras películas «serias» que se han visto por ahí.

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