Cien peliculas que me abrieron la cabeza - Nicolas AmelioOrtiz
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Sarandon como protagonista de una película tan extraña y me enamoré de la
groupie Columbia y su alocada inocencia.
Lo mejor que tiene Rocky Horror: la dirección de arte, la música original,
y sobre todo las actuaciones de cada personaje. Tim Curry nada como pez en
el agua en ese papel por el que será recordado durante una eternidad, y
además el resto del elenco interactúa una química impresionante. Las parodias
al cine de terror de clase B con el narrador y los decorados son especialmente
atractivas para los fanáticos del género, y la combinación de rock, sexo, terror
y comedia hacen de esta película una fiesta que nadie debería perderse.
Y les cuento que esta maravilla tuvo para mí una sorpresa adicional, desde
lo extracinematográfico, cuando la vi por primera vez en pantalla grande.
Corría el año 2009, y la película fue proyectada en la sala del MALBA, y el
museo desbordaba de gente caracterizada como los personajes. Ahí tenía ante
mis ojos, en sus versiones porteñas, a Frank, Rocky, Riff Raff, Columbia y
Magenta, y todos cantaban los temas como si la película fuera un karaoke y
ovacionaban enloquecidos cada icónica escena. Sí, señor: ahí comprendí que
The Rocky Horror Picture Show incluso contaba con su propia secta de
fanáticos cosplayers, pandilla que se extendía desde su país de origen para
cruzarse todo un océano y llegar a Buenos Aires. Algo semejante había
sucedido en tiempos remotos en el desaparecido cine Studio, de Santa Fe y
Ecuador, en los sábados de trasnoche: los fans de Un fantasma en el paraíso
(Brian De Palma, 1974) iban en procesión, semana a semana, a rendirle culto
a la gran creación de De Palma, y coreaban cada canción y repetían cada
diálogo de esta genialidad.
Otra cosa que me encanta de The Rocky Horror… es la cantidad de
misterios que quedan sin resolver acerca de los personajes. ¿De dónde viene
Columbia? ¿Quiénes son los invitados del doctor? ¿Cómo fue el pasado de
Eddie? Todas estas incógnitas quedan abiertas para despertar nuestra
imaginación, y también rinden homenaje a —o se burlan cariñosamente de—
las series de ciencia ficción de mitad de siglo, en las que los personajes
muchas veces no quedaban del todo delineados, no por pericia narrativa
precisamente, y era al espectador a quien le tocaba completar esos
involuntarios vacíos.
En resumen, Rocky Horror quizá no sea una película para todo el mundo.
Pero aquellos que sean merecedores de verla, no sólo encontrarán en ella un
material divertido y atrapante, sino que también la guardarán en sus corazones
como uno de los musicales más extraños y más interesantes.
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