Cien peliculas que me abrieron la cabeza - Nicolas AmelioOrtiz
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edades, Sam Raimi le dio varios toques que la vuelven muy interesante y
digna de análisis. En principio, la importancia que se le da a la ciudad de
Nueva York como locación: no hay un plano en que no se glorifique a esta
metrópolis de la misma manera que lo hacían los cómics. Uno de los aspectos
de las historietas del Hombre Araña que Raimi mejor adaptó es la identidad
de este cómic: la ciudad, los personajes, el ritmo y el tono. Todos estos
aspectos desbordan el estilo de historieta de Marvel, incluso más que las
películas que hoy en día realiza la compañía. Hasta los momentos más
inocentes de Spider-Man —el montaje de Peter diseñándose el traje para
luchar, las situaciones púdicamente incómodas con Mary Jane (Kirsten
Dunst)— le dan a este film un alma, una visión y una vida que pocas películas
de superhéroes en las últimas dos décadas —excepto Spider-Man 2 (2004),
valga la redundancia— lograron imitar. De vez en cuando, los productores de
Marvel Studios deberían darse una vuelta por esta película.
Aun tomando en cuenta que la técnica evolucionó en estos quince años,
ninguna otra versión de Spider-Man logra transmitirnos el vértigo que esta
película nos da al panear por los edificios y las torres de Manhattan —la
escena de las Torres Gemelas debió eliminarse, por obvias razones—. Y esto
no sólo nos da una idea de lo increíblemente bien enfocada que está la
dirección del film, sino que también, como simples espectadores, nos sirve
para identificarnos con el protagonista: al igual que nosotros, también Peter
Parker siente miedo antes de lanzarse de un quinto piso. Su heroísmo, tal
como lo dice el tío Ben (Cliff Robertson), no se apoya en los poderes que
maneja, sino en su humildad y en sus ganas de ayudar a la gente. Eso lo
acerca mucho más a la audiencia y lo convierte en un personaje entrañable.
Entre otros detalles que hacen inolvidable a esta película se cuenta el
trabajo musical del gran Danny Elfman, a quien posiblemente contrataron por
su experiencia con la saga de Batman en la década del 90. Elfman nos dio con
su composición un leitmotiv del héroe que hoy lamentablemente es
reemplazado por composiciones más genéricas. La épica música de Elfman
funciona en perfecto balance con escenas inolvidables como la de Norman
Osborn frente al ontológico espejo, las escenas de Spider-Man balanceándose
por la ciudad o el beso bajo la lluvia con Mary Jane.
Spider-Man y su secuela Spider-Man 2 funcionan muy bien como
películas, y también como adaptaciones del cómic. Y a pesar del enorme éxito
en taquilla, los businessmen despreciaron su visión artística, para empecinarse
en el tratamiento corporativo y comercial. Al igual que otros pocos títulos del
género, Spider-Man nos demuestra la importancia de trabajar con un buen
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