Cien peliculas que me abrieron la cabeza - Nicolas AmelioOrtiz
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hipnotiza junto con la explosión de contrastes y colores primarios. Todo en
esta secuencia inicial es perfecto, y concluye con un fuera de foco a varias
luces de distintos colores partidos por un rayo, efecto que nos prepara para la
horrenda tormenta que se nos viene.
Sei donne per l’assassino es la película que mejor resume el estilo de
Mario Bava. El tratamiento del color a través de la puesta en escena barroca,
los vestuarios y la iluminación configuran el shock visual más impactante que
pueda verse en toda la historia del cine. Y no exagero. Ni siquiera El mago de
Oz (Victor Fleming, 1939) tiene una paleta de colores tan rica y seductora.
Cada estilizado asesinato de este film es un claro homenaje al maestro Hitch.
Y sobre todo al Hitchcock de la obra maestra Psicosis (1960), en la que, por
primera vez en la historia del cine se nos presenta un cadáver con tan
cuidadosa estética y primor —estoy por escribir «primor necrofílico», pero
me contengo—; y encima no se trata de cualquier cadáver, sino del de Janet
Leigh, una de las mayores divas hollywoodenses de siempre. Bava comete la
misma angelical profanación en todas las muertes de la película, y lleva el
gore —gore: sangre violentamente derramada, en inglés— a su nivel
máximo. Es inolvidable la extrema violencia de la muerte en la estufa —con
una de esas desfiguraciones tan apetecidas por el giallo—. Pero mi asesinato
favorito ocurre llegando al final: una de las chicas —chicas siempre sensuales
y siempre glamorosas— es ahogada en una bañadera. Cuando creemos que
todo ha terminado, la sangre empieza lentamente a teñir de rojo toda el agua.
Y todo el ánimo del espectador, desde luego.
Y a pesar de que el misterio y la resolución del film no sean tan
inesperados ni memorables como en otros policiales —ni siquiera podría
confirmarles si ese whodunit (el quién-es-el-asesino, tipo Agatha Christie)
tiene alguna importancia en este film—, el asesino que creó Mario Bava sentó
las bases para todos los asesinos de futuras películas de giallo. Los guantes de
cuero negros, el tapado oscuro, la navaja de afeitar y la erotización de cada
muerte componen el arquetipo del asesino en este subgénero. Estilo de villano
horrendamente sensual, que será copiado y homenajeado incluso fuera de
Italia. Piensen, por poner un ejemplo paradigmático, en Vestida para matar
(Brian De Palma, 1980).
Sei donne per l’assassino fue un fracaso comercial en Italia, y tuvo
problemas de distribución en Estados Unidos, debido a la violencia de sus
imágenes. Recién en 1999, cuando salió en el mercado del VHS, la película
pudo ser padecida por nuevos públicos que supieron valorarla y reconocerla.
En 2015 salió una versión en Blu-Ray de esta perturbadora maravilla, muy
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