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Por causa de palabra<br />
Ensayos interpretativos sobre los poemas<br />
de Por cuál causa o nostalgia<br />
figura del poeta reflexiona, se encuentra, se observa, se define. Ese<br />
“viejo parque” ha de ser territorio de lo poético, donde se busca<br />
aquel verse a sí mismo, pero en busca de revelaciones; diferente a<br />
la mirada ante el espejo, en la que la relación de correspondencia<br />
es inevitable, acá ocurre un observarse como desde afuera; como<br />
mirar nuestros movimientos en la serenidad del reposo, descubrir<br />
ese ademán que nos caracteriza pero que no podemos ver,<br />
inmersos en la continuidad entre nuestra percepción y el tiempo<br />
que no para de correr.<br />
Los recuerdos pueden evocar alegría, también precipitar<br />
tristeza, revivir dolores: “¿Qué has hecho tú que estás / Llorando<br />
sin cesar / Di, qué has hecho tú que ahí estas / De tu juventud?”<br />
dice Verlaine en su poema “Sensatez”. Poseen una autonomía<br />
para pasearse por “las aldeas natales”, no para evocarlas a nuestro<br />
antojo; “entran de súbito / alegres”, y me parece que podríamos<br />
decir en criollo —y sin alejarnos de la imagen de los lobos—<br />
“como perro por su casa”, desparpajados, sin reservas; merodean<br />
en la entrada de ese espacio metafórico que es la casa, el aposento<br />
del ser, como una alcabala que hay que atravesar para acceder al<br />
refugio. Y es desde ese íntimo espacio rondado de lobos donde<br />
reside el ser, que se desarrolla la existencia hacia afuera, desde<br />
donde se proyecta la vida significativa. También donde tendría su<br />
basamento el resorte de “lo poético”. Así que estos lobos rondan<br />
el pórtico de “lo hondo”, ámbito también de la poesía.<br />
En estos versos puede verse un ejemplo de lo que dice Julio<br />
Ortega: “Sánchez Peláez nos comunica, más bien, con lo que<br />
podríamos llamar las voces de la intimidad. Esa es su demanda:<br />
hacer más íntimo este mundo, este diálogo, este tránsito” 64 .<br />
Podríamos decir: observar(se) con el mismo desparpajo con que<br />
se pasean ante nuestros ojos los recuerdos; transitar ese “viejo<br />
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64 Julio Ortega “Vivir en la palabra. Lectura de Juan Sánchez Peláez”. Tomado de<br />
Juan Sánchez Peláez ante la crítica. Monte Ávila Editores Latinoamericana,<br />
C. A. Caracas, 1994, pág. 244.