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Héctor Carrasquero<br />

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Lo cierto es que la idea de la muerte es manejada desde el<br />

sosiego, la plenitud; no hay angustia, no hay extrañamiento ni<br />

dolor; las “quejas” aparecen al lado de las “alegrías”, como ingredientes<br />

—opuestos y abarcantes— de la cotidianidad; chimeneas<br />

que remiten al calor del hogar, o a las altas torres de las industrias,<br />

al lado ya de los “incendios”, otro tipo de calor, con la potencia de<br />

la destrucción, el poder avasallante del fuego. En ese verso como<br />

disperso (“quejas alegrías chimeneas e incendios”) se hace<br />

una especie de recuento de la realidad que no cesará de existir a<br />

la muerte del poeta.<br />

La imagen maravillosa del rostro relampagueante del tigre, la<br />

fortaleza y vitalidad del animal, mostrada en su pómulo (de fuerte<br />

musculatura que recuerda al del caballo, favorito de Sánchez<br />

Peláez), lleno también de la luz de esos relámpagos que lo cubren;<br />

la exuberante belleza y fiereza del tigre guiando el recuento hacia<br />

lo menos cotidiano y más impresionante, en uno de los versos<br />

más hermosos y mejor logrados del libro<br />

Pero esta “vitalidad”, hay que notar, no es afín al movimiento<br />

sino al sosiego, el poema presenta una apostura serena; por eso<br />

“también habrán de quedarse calmos los países inquietos”, la<br />

realidad más terrenal, el agitado devenir histórico, lo terreno, en<br />

donde estamos condenados a una percepción fragmentada de la<br />

unidad del cosmos, como un exilio, un estado de indigencia por<br />

estar arrojados al cauce temporal.<br />

Ya se ha dicho que “la vida es sueño”; lo vivido se acumula etéreamente<br />

en la memoria, de modo que una vida, y más si es vista<br />

retrospectivamente, es una acumulación de sueños; pero aquí<br />

la referencia a la actividad creadora del poeta es más directa. Ya<br />

habíamos notado la relación entre el verbo y el sueño en el poema<br />

XII (“Quien habla / sueña...”); ¿acaso la hechura de poemas, aunque<br />

sea un imaginar organizado por la conciencia, no es una<br />

actividad emuladora del sueño? ¿acaso el lenguaje de lo onírico<br />

no es uno de los más explorados por este poeta para lidiar con la<br />

angustia existencial? Tal vez por eso quien habla es “dios de los

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