Por causa de palabra Ensayos interpretativos sobre los poemas de Por cuál causa o nostalgia la realidad. No podemos ir a lo abierto, porque lo abierto siempre estará más allá del horizonte. Lo inmediato claro y fugitivo nunca es nuestra herencia ontológica, esa “corona de sangre / de tus abuelos”. Ellos pueden probar, degustar el higo y la sal “como un mundo más vasto”; al parecer, esas cosas sencillas y cercanas son demasiado para nuestras papilas. Creemos que somos lo que nuestro nombre —no el verdadero— dice que somos, lo que nuestro traje limita, que nuestra talla es solo esa; apenas nos conformamos con medir ese traje. Y nos quedamos en esa esterilidad mientras algo nos busca, nos reclama. “La mañana perdida” y “algún lenguaje” están juntos, en la misma categoría. Quieren despertarte o hacer que el nombre que realmente te corresponde y te constituye sea real. No tan solo para bautizarte, para darte un apellido que te identifique ante los otros, sino para que ese nombre propio tuyo sea efectivo; esto es, que se haga palabra diciente, palabra eminente. Despertarte, hacerte abrir los ojos, ver, salir del sueño, moverte, actuar, ser. Se habla de experiencias, o mejor dicho, de la Experiencia; una vivencia que solo puede corresponderte a ti, nadie más puede despertarse por ti. Tu vida es únicamente tuya. Hay un matiz que notar: el último verso no comienza con la conjunción copulativa “y hacer real tu verdadero nombre”, sino que comienza con la conjunción disyuntiva “o”, denotando diferencia, separación o contraposición, pero también —y más interesante— equivalencia. Así como nadie puede despertar por otro, vivir por otro, el verdadero nombre no corresponde a nadie más que a uno; es el nombre propio. Así que ambas cosas son únicas. Cada vida es particular y cada nombre propio también; del mismo modo la palabra significativa es intraducible, es una unidad, un átomo en equilibrio. Ese último verso propone dos condiciones para el nombre: que sea real y que sea verdadero. Al ser verdadero asumimos que es único y que te pertenece, pero “hacerlo real” equi- [ 97 ]
Héctor Carrasquero vale a algo así como llevarlo a cabo, hacerlo efectivo, ponerlo a funcionar; que sirva para que el ser que ese nombre contiene y que a la vez está constituido en parte por él —por el nombre, la palabra— pueda salir al ruedo, arrojarse, arriesgarse. Realizar tu verdadero nombre es más que tan solo pronunciarlo: es invocarte, llamarte, traerte al mundo, despertarte. [ 98 ]