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Eric Hobsbawn – Historia del siglo XX - UHP

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214 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES<br />

primera vez una independencia total. Tres años de lucha (1919-1922) obligaron a<br />

Gran Bretaña a convertir el protectorado en un territorio semiindependiente bajo<br />

control británico; fórmula que decidió aplicar también, con una sola excepción, a la<br />

administración de los territorios asiáticos tomados al antiguo imperio turco: Irak y<br />

Transjordania. (La excepción era Palestina administrada directamente por las<br />

autoridades británicas, en un vano intento de conciliar las promesas realizadas<br />

durante la guerra a los judíos sionistas, a cambio de su apoyo contra Alemania, y a<br />

los árabes, por su apoyo contra los turcos.)<br />

Más difícil le resultó encontrar una fórmula sencilla para mantener el control en<br />

la más extensa de sus colonias, la India, donde el lema de «autonomía» (swaraj),<br />

adoptado por el Congreso Nacional Indio por primera vez en 1906, estaba<br />

evolucionando cada vez más hacia una reclamación de independencia total. El<br />

período revolucionario de 1918-1922 transformó la política nacionalista de masas en<br />

el subcontinente, en parte porque los musulmanes se volvieron contra el gobierno<br />

británico, en parte por la sanguinaria histeria de un general británico que en el<br />

turbulento año 1919 atacó a una multitud desarmada en un lugar sin salida y mató a<br />

varios centenares de personas (la «matanza de Amritsar»), y, sobre todo, por la<br />

conjunción de una oleada de huelgas y de la desobediencia civil de las masas<br />

propugnada por Gandhi y por un Congreso radicalizado. Por un momento, el<br />

movimiento de liberación se sintió poseído de un estado de ánimo casi milenarista y<br />

Gandhi anunció que la swaraj se conseguiría a fines de 1921. El gobierno «no intentó<br />

ocultar que la situación le creaba una grave preocupación», con las ciudades<br />

paralizadas por la no cooperación, conmociones rurales en amplias zonas <strong>del</strong> norte de<br />

la India, Bengala, Orissa y Assam, y «una gran parte de la población musulmana de<br />

todo el país resentida y desafecta» (Cmd 1586, 1922, p. 13). A partir de entonces, la<br />

India fue intermitentemente ingobernable. Lo que salvó el dominio británico fue,<br />

probablemente, la conjunción de la resistencia de la mayor parte de los dirigentes <strong>del</strong><br />

Congreso, incluido Gandhi, a lanzar el país al riesgo de una insurrección de masas<br />

incontrolable, su falta de confianza y la convicción de la mayor parte de los líderes<br />

nacionalistas de que los británicos estaban realmente decididos a acometer la reforma<br />

de la India. El hecho de que Gandhi interrumpiera la campaña de desobediencia civil<br />

a comienzos de 1922 porque había llevado a una matanza de policías en una aldea da<br />

pie para pensar que la presencia británica en la India dependía más de la moderación<br />

<strong>del</strong> dirigente indio que de la actuación de la policía y <strong>del</strong> ejército.<br />

Tal convicción no carecía de fundamento. Aunque en Gran Bretaña había un<br />

poderoso grupo de imperialistas a ultranza, <strong>del</strong> que Winston Churchill se<br />

autoproclamó portavoz, lo cierto es que a partir de 1919 la clase dirigente<br />

consideraba inevitable conceder a la India una autonomía similar a la que conllevaba<br />

el «estatuto de dominio» y creía que el futuro de Gran Bretaña en la India dependía<br />

de que se alcanzara un entendimiento con la elite india, incluidos los nacionalistas.<br />

Por consiguiente, el fin <strong>del</strong> dominio británico uni-<br />

EL FIN DE LOS IMPERIOS 215<br />

lateral en la India era sólo cuestión de tiempo. Dado que la India era el corazón <strong>del</strong><br />

imperio británico, el futuro <strong>del</strong> conjunto de tal imperio parecía incierto, excepto en<br />

Africa y en las islas dispersas <strong>del</strong> Caribe y el Pacífico, donde el paternalismo no<br />

encontraba oposición. Nunca como en el período de entreguerras había estado un<br />

área tan grande <strong>del</strong> planeta bajo el control, formal o informal, de Gran Bretaña, pero<br />

nunca, tampoco, se habían sentido sus gobernantes menos confiados acerca de la<br />

posibilidad de conservar su vieja supremacía imperial. Esta es una de las razones<br />

principales por las que, cuando su posición se hizo insostenible, después de la<br />

segunda guerra mundial, los británicos no se resistieron a la descolonización.<br />

Posiblemente explica también, en un sentido contrario, que otros imperios,<br />

particularmente el francés —pero también el holandés—, utilizaran las armas para<br />

intentar mantener sus posiciones coloniales después de 1945. Sus imperios no habían<br />

sido socavados por la primera guerra mundial. El único problema grave con que se<br />

enfrentaban los franceses era que no habían completado aún la conquista de<br />

Marruecos, pero las levantiscas tribus beréberes de las montañas <strong>del</strong> Atlas<br />

representaban un problema militar, no político, que era todavía más grave para el<br />

Marruecos colonial español, donde un intelectual montañés, Abd-el-Krim, proclamó<br />

la república <strong>del</strong> Rif en 1923. Abd-el-Krim, que contaba con el apoyo entusiasta de<br />

los comunistas franceses y de otros elementos izquierdistas, fue derrotado en 1926<br />

con la ayuda de Francia, tras lo cual los beréberes volvieron a su estrategia habitual<br />

de luchar en el extranjero integrados en los ejércitos coloniales francés y español y<br />

de resistirse a cualquier tipo de gobierno central en su país. Fue mucho después de la<br />

conclusión de la primera guerra mundial cuando surgió un movimiento anticolonial<br />

en las colonias francesas islámicas y en la Indochina francesa, aunque antes ya había<br />

existido cierta agitación, de escasa envergadura, en Túnez.<br />

IV<br />

El período revolucionario había afectado especialmente al imperio británico, pero<br />

la Gran Depresión de 1929-1933 hizo tambalearse a todo el mundo dependiente. La<br />

era <strong>del</strong> imperialismo había sido para la mayor parte de él un período de crecimiento<br />

casi constante, que ni siquiera se había interrumpido con una guerra mundial que se<br />

vivió como un acontecimiento lejano. Es cierto que muchos de sus habitantes no<br />

participaban activamente en la economía mundial en expansión, o no se sentían<br />

ligados a ella de una forma nueva, pues a unos hombres y mujeres que vivían en la<br />

pobreza y cuya tarea había sido siempre la de cavar y llevar cargas poco les<br />

importaba cuál fuera el contexto global en el que tenían que realizar esas faenas. Sin<br />

embargo, la economía imperialista modificó sustancialmente la vida de la gente<br />

corriente, especialmente en las regiones de producción de materias primas destinadas<br />

a la exportación. En algunos casos, esos cambios ya se habían manifestado en la<br />

política de las autoridades autóctonas o extranjeras. Por ejemplo, cuando,

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