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Eric Hobsbawn – Historia del siglo XX - UHP

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476 EL DERRUMBAMIENTO<br />

de forma peligrosa desde 1980 cuando, por primera vez en varios años, las fuerzas<br />

armadas soviéticas se encontraron involucradas directamente en una guerra. Se enviaron<br />

fuerzas a Afganistán para asegurar algún tipo de estabilidad en aquel país, que desde 1978<br />

había estado gobernado por un Partido Democrático <strong>del</strong> Pueblo, formado por comunistas<br />

locales, que se dividió en dos facciones en conflicto, cada una de las cuales se enfrentaba<br />

a los terratenientes locales, al clero musulmán y a otros partidarios <strong>del</strong> statu quo con<br />

medidas tan impías como la reforma agraria y los derechos de la mujer. El país se había<br />

mantenido tranquilo en la esfera de influencia soviética desde principios de los años<br />

cincuenta, sin que la tensión sanguínea de Occidente se hubiese alterado<br />

apreciablemente. Sin embargo, los Estados Unidos decidieron considerar que la<br />

intervención soviética era una gran ofensiva militar dirigida contra el «mundo libre».<br />

Empezaron a enviar dinero y armamento a manos llenas (vía Pakistán) a los guerrilleros<br />

fundamentalistas musulmanes de las montañas. Como era de esperar, el gobierno afgano,<br />

con fuerte apoyo soviético, apenas tuvo problemas para mantener bajo su control las<br />

mayores ciudades <strong>del</strong> país, pero el coste para la Unión Soviética resultó excesivamente<br />

alto. Afganistán se convirtió, como algunas personas de Washington habían buscado, en<br />

el Vietnam de la Unión Soviética.<br />

Así las cosas, ¿qué podía hacer el nuevo líder soviético para cambiar la situación en la<br />

URSS sino acabar, tan pronto como fuera posible, la segunda guerra fría con los Estados<br />

Unidos que estaba desangrando su economía? Este era, por supuesto, el objetivo<br />

inmediato de Gorbachov y fue su mayor éxito, porque, en un período sorprendentemente<br />

corto de tiempo, convenció incluso a los gobiernos más escépticos de Occidente de que<br />

esta era, de verdad, la intención soviética. Ello le granjeó una popularidad inmensa y duradera<br />

en Occidente, que contrastaba fuertemente con la creciente falta de entusiasmo hacia<br />

él en la Unión Soviética, de la que acabó siendo víctima en 1991. Si hubo alguien que<br />

acabó con cuarenta años de guerra fría global ese fue él.<br />

Desde los años cincuenta, el objetivo de los reformistas económicos comunistas había<br />

sido el de hacer más racionales y flexibles las economías de planificación centralizada<br />

mediante la introducción de precios de mercado y de cálculos de pérdidas y beneficios en<br />

las empresas. Los reformistas húngaros habían recorrido algún camino en esa dirección y,<br />

si no llega a ser por la ocupación soviética de 1968, los reformistas checos hubieran ido<br />

incluso más lejos: ambos esperaban que esto haría más fácil la liberalización y<br />

democratización <strong>del</strong> sistema político. Esta era, también, la postura de Gorbachov, 7 que la<br />

consideraba una forma natural de restaurar o establecer un socialismo mejor que el<br />

«realmente existente». Es posible pero poco probable que algún reformista influyente de<br />

la Unión Soviética considerase el<br />

7. Se había identificado públicamente con las posturas «amplias» y prácticamente socialdemócratas <strong>del</strong><br />

Partido Comunista italiano incluso antes de su elección oficial (Montagni, 1989, p. 85).<br />

EL FINAL DEL SOCIALISMO 477<br />

abandono <strong>del</strong> socialismo, aunque sólo fuera porque ello parecía difícil desde un punto de<br />

vista político, si bien destacados economistas partidarios de las reformas empezaron a<br />

concluir que el sistema, cuyos defectos se analizaron sistemática y públicamente en los<br />

ochenta, podía reformarse desde dentro. 8<br />

IV<br />

Gorbachov inició su campaña de transformación <strong>del</strong> socialismo soviético con los dos<br />

lemas de perestroika o reestructuración (tanto económica como política) y glasnost o<br />

libertad de información. 9<br />

Pronto se hizo patente que iba a producirse un conflicto insoluble entre ellas. En efecto,<br />

lo único que hacía funcionar al sistema soviético, y que concebiblemente podía<br />

transformarlo, era la estructura de mando <strong>del</strong> partido-estado heredada de la etapa<br />

estalinista, una situación familiar en la historia de Rusia incluso en los días de los zares. La<br />

reforma venía desde arriba. Pero la estructura <strong>del</strong> partido-estado era, al mismo tiempo, el<br />

mayor obstáculo para transformar el sistema que lo había creado, al que se había<br />

ajustado, en el que tenía muchos intereses creados y para el que le era difícil encontrar una<br />

alternativa. 10 Desde luego este no era el único obstáculo. Los reformistas, y no sólo en<br />

Rusia, se han sentido siempre tentados de culpar a la «burocracia» por el hecho de que su<br />

país y su pueblo no respondan a sus iniciativas, pero parece fuera de toda duda que grandes<br />

sectores <strong>del</strong> aparato <strong>del</strong> partido-estado acogieron cualquier intento de reforma profunda<br />

con una inercia que ocultaba su hostilidad. La glasnost se proponía movilizar apoyos<br />

dentro y fuera <strong>del</strong> aparato contra esas resistencias, pero su consecuencia lógica fue desgastar<br />

la única fuerza que era capaz de actuar. Como se ha sugerido antes, la estructura <strong>del</strong><br />

sistema soviético y su modus operandi eran esencialmente militares. Es bien sabido que<br />

democratizar a los ejércitos no mejora su eficiencia. Por otra parte, si no se quiere un<br />

sistema militar, hay que tener pensada una alternativa civil antes de destruirlo, porque en<br />

caso contrario la reforma no produce una reconstrucción sino un colapso. La Unión<br />

Soviética bajo Gorbachov cayó en la sima cada vez más amplia que se abría entre la<br />

glasnost y la perestroika.<br />

Lo que empeoró la situación fue que, en la mente de los reformistas, la<br />

8. Los textos cruciales aquí son los <strong>del</strong> húngaro János Kornai, en especial The Economics of Shortage,<br />

Amsterdam, 1980.<br />

9. Es un síntoma interesante de la fusión de los reformistas oficiales con el pensamiento disidente en los<br />

años de Brezhnev, porque la glasnost era lo que el escritor Alexander Solzhenitsyn había reclamado en su carta<br />

abierta al Congreso de la Unión de Escritores Soviéticos de 1967, antes de su expulsión de la Unión Soviética.<br />

10. Como un burócrata comunista chino me comentó en 1984, en medio de una «reestructuración» similar:<br />

«estamos reintroduciendo elementos <strong>del</strong> capitalismo en nuestro sistema, pero ¿cómo podemos saber en lo que nos<br />

estamos metiendo? Desde 1949 nadie en China, excepto quizás algunos ancianos en Shanghai, han tenido<br />

experiencia alguna de lo que es el capitalismo».

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