Eric Hobsbawn – Historia del siglo XX - UHP
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360 LA EDAD DE ORO<br />
Pero aunque la confrontación entre las superpotencias dominase y, en cierta<br />
medida, estabilizase las relaciones internacionales a nivel mundial, no las controlaba<br />
por completo. Había dos regiones en las que las tensiones propias <strong>del</strong> tercer mundo,<br />
sin relación en principio con la guerra fría, creaban situaciones de conflicto<br />
permanente que periódicamente estallaban en guerras: Próximo Oriente y el sector<br />
norte <strong>del</strong> subcontinente indio (no por casualidad, herederas de las particiones<br />
efectuadas por los imperios). Este último conflicto era fácil que se mantuviese al<br />
margen de la guerra fría, pese a los esfuerzos pakistaníes por involucrar a los<br />
norteamericanos, en lo que fracasaron hasta la guerra de Afganistán de los años<br />
ochenta (véanse los capítulos VIII y XVI). De ahí que Occidente haya sabido poco y<br />
no recuerde apenas nada de las tres guerras regionales: la guerra entre la India y<br />
China de 1962, provocada por la indefinición de la frontera entre ambos países y<br />
ganada por China; la primera guerra indo-pakistaní de 1965 (ganada por la India); y<br />
la segunda guerra indo-pakistaní de 1971, provocada por la secesión <strong>del</strong> Pakistán<br />
Oriental (Bangladesh), con el apoyo de la India. Los Estados Unidos y la URSS<br />
intentaron actuar aquí como mediadores neutrales y benevolentes. La situación en<br />
Próximo Oriente, en cambio, no podía mantenerse al margen de la guerra fría,<br />
porque varios aliados de los norteamericanos estaban directamente involucrados en<br />
el conflicto: Israel, Turquía y el Irán <strong>del</strong> sha. Además, tal como demostró una<br />
sucesión de revoluciones regionales, militares y civiles —de Egipto en 1952 al<br />
propio Irán en 1979, pasando por Irak y Siria en los años cincuenta y sesenta y por el<br />
sur de la península arábiga en los años sesenta y setenta—, la región era y continúa<br />
siendo socialmente inestable.<br />
Estos conflictos regionales no estaban necesariamente relacionados con la guerra<br />
fría; la URSS había sido de los primeros países en reconocer al nuevo estado de<br />
Israel, que luego se consolidaría como el principal aliado de los Estados Unidos, y<br />
los estados árabes o islámicos, de izquierdas o de derechas, estaban unidos por la<br />
represión <strong>del</strong> comunismo en su interior. El principal elemento de disrupción fue<br />
Israel, donde los colonos crearon un estado judío mayor de lo que había dispuesto la<br />
partición diseñada por los ingleses, expulsando a setecientos mil palestinos no judíos,<br />
una cifra probablemente mayor que la de la población judía en 1948 (Calvocoressi,<br />
1989, p. 215), y mantuvieron una guerra por década con este fin (1948, 1956, 1967,<br />
1973, 1982). En el curso de estas guerras, cuyo equivalente más exacto son las que<br />
hizo el rey Federico II de Prusia en el <strong>siglo</strong> XVIII para obtener el reconocimiento de<br />
la posesión de Silesia, que le había robado a la vecina Austria, Israel se convirtió en<br />
la mayor potencia militar de la región y adquirió armas atómicas, pero no consiguió<br />
crear una base estable de relaciones con los estados vecinos, y menos aún con los<br />
palestinos permanentemente resentidos dentro de sus fronteras en expansión o en la<br />
diáspora <strong>del</strong> Próximo Oriente. El hundimiento de la URSS apartó al Próximo Oriente<br />
de la primera línea de fuego de la guerra fría, pero lo dejó tan explosivo como antes.<br />
Tres focos de conflicto contribuían a ello: el Mediterráneo oriental, el golfo<br />
Pérsico y la región fronteriza entre Turquía, Irán, Irak y Siria, donde<br />
EL TERCER MUNDO 361<br />
los kurdos intentaban en vano conseguir la independencia nacional que el incauto<br />
presidente Wilson les había animado a exigir. Incapaces de encontrar aliados<br />
permanentes entre los estados más poderosos, los kurdos perturbaron las relaciones<br />
entre todos sus vecinos, que les masacraron con todos los medios disponibles,<br />
incluyendo el gas venenoso en los años ochenta, allí donde no topaban con su<br />
resistencia, pues su habilidad como guerrilleros era proverbial. El Mediterráneo<br />
oriental permaneció en calma relativa, dado que tanto Grecia como Turquía eran<br />
miembros de la OTAN, aunque el conflicto entre ambos países condujo a la invasión<br />
turca de Chipre, que quedó dividido en 1974. Por otro lado, la rivalidad existente<br />
entre las dos potencias occidentales <strong>del</strong> golfo Pérsico, Irán e Irak, por la obtención de<br />
mejores posiciones en sus costas provocó la salvaje guerra de ocho años (1980-1988)<br />
entre Irak y el Irán revolucionario y más tarde, finalizada la guerra fría, la guerra<br />
entre los Estados Unidos y sus aliados contra Irak en 1991.<br />
Hubo una parte <strong>del</strong> tercer mundo que se mantuvo alejada de conflictos tanto<br />
globales como regionales hasta después de la revolución cubana: América Latina.<br />
Con la excepción de pequeños enclaves continentales (las Guayanas y Belice,<br />
entonces conocido como Honduras Británica) y algunas islas <strong>del</strong> Caribe, hacía<br />
tiempo que había sido descolonizada. Cultural y lingüísticamente, su población era<br />
occidental, ya que la gran masa de sus pobres habitantes eran católicos y, salvo en<br />
algunas zonas de los Andes y de Centroamérica, hablaba o entendía una lengua de<br />
cultura europea. Si bien la región había heredado de sus conquistadores ibéricos una<br />
intrincada jerarquía racial, también heredó de esos conquistadores, en su inmensa<br />
mayoría de sexo masculino, una tradición de mestizaje en gran escala. Había poca<br />
gente que fuese totalmente blanca, salvo en el cono sur (Argentina, Uruguay, sur de<br />
Brasil), poblado con inmigrantes europeos y con muy pocos indígenas. En ambos<br />
casos el éxito y la posición social borraban las distinciones raciales. Ya en 1861,<br />
México había elegido como presidente a un indio zapoteca, Benito Juárez. En el<br />
momento de escribir estas líneas, el presidente de Argentina es un inmigrante sirio de<br />
origen musulmán, y el de Perú, un inmigrante japonés, dos casos todavía hoy<br />
impensables en los Estados Unidos. Hasta el día de hoy América Latina se ha<br />
mantenido a) margen <strong>del</strong> círculo vicioso de política y nacionalismo étnicos que hace<br />
estragos en los demás continentes.<br />
Además, si bien la mayor parte <strong>del</strong> continente reconocía ser lo que ahora se<br />
denominaba una dependencia «neocolonial» de una potencia imperial única, los<br />
Estados Unidos eran lo bastante realistas como para no enviar barcos de guerra y<br />
marines a los estados más grandes —aunque no dudaban en emplearlos contra los<br />
más pequeños—, y los gobiernos latinoamericanos, de Río Grande al cabo de<br />
Hornos, sabían perfectamente que lo inteligente era estar <strong>del</strong> lado de Washington. La<br />
Organización de Estados Americanos (OEA), fundada en 1948 y con sede en<br />
Washington, no era un organismo que acostumbrara a discrepar de los Estados<br />
Unidos: cuando Cuba hizo la revolución, la OEA la expulsó.