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Eric Hobsbawn – Historia del siglo XX - UHP

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32 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES<br />

islas Malvinas y las campañas decisivas, que enfrentaron a submarinos alemanes con<br />

convoyes aliados, se desarrollaron en el Atlántico norte y medio.<br />

Que la segunda guerra mundial fue un conflicto literalmente mundial es un hecho<br />

que no necesita ser demostrado. Prácticamente todos los estados independientes <strong>del</strong><br />

mundo se vieron involucrados en la contienda, voluntaria o involuntariamente,<br />

aunque la participación de las repúblicas de América Latina fue más bien de carácter<br />

nominal. En cuanto a las colonias de las potencias imperiales, no tenían posibilidad<br />

de elección. Salvo la futura república de Irlanda, Suecia, Suiza, Portugal, Turquía y<br />

España en Europa y, tal vez, Afganistán fuera de ella, prácticamente el mundo entero<br />

era beligerante o había sido ocupado (o ambas cosas). En cuanto al escenario de las<br />

batallas, los nombres de las islas melanésicas y de los emplazamientos <strong>del</strong> norte de<br />

Africa, Birmania y Filipinas comenzaron a ser para los lectores de periódicos y los<br />

radioyentes —no hay que olvidar que fue por excelencia la guerra de los boletines de<br />

noticias radiofónicas— tan familiares como los nombres de las batallas <strong>del</strong> Ártico y<br />

el Cáucaso, de Normandía, Stalingrado y Kursk. La segunda guerra mundial fue una<br />

lección de geografía universal.<br />

Ya fueran locales, regionales o mundiales, las guerras <strong>del</strong> <strong>siglo</strong> <strong>XX</strong> tendrían una<br />

dimensión infinitamente mayor que los conflictos anteriores. De un total de 74<br />

guerras internacionales ocurridas entre 1816 y 1965 que una serie de especialistas de<br />

Estados Unidos —a quienes les gusta hacer ese tipo de cosas— han ordenado por el<br />

número de muertos que causaron, las que ocupan los cuatro primeros lugares de la<br />

lista se han registrado en el <strong>siglo</strong> <strong>XX</strong>: las dos guerras mundiales, la que enfrentó a los<br />

japoneses con China en 1937-1939 y la guerra de Corea. Más de un millón de<br />

personas murieron en el campo de batalla en el curso de estos conflictos. En el <strong>siglo</strong><br />

XIX, la guerra internacional documentada de mayor envergadura <strong>del</strong> período<br />

posnapoleónico, la que enfrentó a Prusia/Alemania con Francia en 1870-1871, arrojó<br />

un saldo de 150. 000 muertos, cifra comparable al número de muertos de la guerra<br />

<strong>del</strong> Chaco de 1932-1935 entre Bolivia (con una población de unos tres millones de<br />

habitantes) y Paraguay (con 1, 4 millones de habitantes aproximadamente). En<br />

conclusión, 1914 inaugura la era de las matanzas (Singer, 1972, pp. 66 y 131).<br />

No hay espacio en este libro para analizar los orígenes de la primera guerra<br />

mundial, que este autor ha intentado esbozar en La era <strong>del</strong> imperio. Comenzó como<br />

una guerra esencialmente europea entre la Triple Alianza, constituida por Francia,<br />

Gran Bretaña y Rusia, y las llamadas «potencias centrales» (Alemania y Austria-<br />

Hungría). Serbia y Bélgica se incorporaron inmediatamente al conflicto como<br />

consecuencia <strong>del</strong> ataque austriaco contra la primera (que, de hecho, desencadenó el<br />

inicio de las hostilidades) y <strong>del</strong> ataque alemán contra la segunda (que era parte de la<br />

estrategia de guerra alemana). Turquía y Bulgaria se alinearon poco después junto a<br />

las potencias centrales, mientras que en el otro bando la Triple Alianza dejó paso<br />

gradualmente a una gran coalición. Se compró la participación de Italia y también<br />

tomaron parte en el conflicto Grecia, Rumania y, en menor medida, Portugal. Como<br />

cabía esperar, Japón intervino casi de forma inmediata para ocupar<br />

LA ÉPOCA DE LA GUERRA TOTAL 33<br />

posiciones alemanas en el Extremo Oriente y el Pacífico occidental, pero limitó sus<br />

actividades a esa región. Los Estados Unidos entraron en la guerra en 1917 y su<br />

intervención iba a resultar decisiva.<br />

Los alemanes, como ocurriría también en la segunda guerra mundial, se<br />

encontraron con una posible guerra en dos frentes, además <strong>del</strong> de los Balcanes al que<br />

les había arrastrado su alianza con Austria-Hungría. (Sin embargo, el hecho de que<br />

tres de las cuatro potencias centrales pertenecieran a esa región —Turquía, Bulgaria<br />

y Austria— hacía que el problema estratégico que planteaba fuera menos urgente.) El<br />

plan alemán consistía en aplastar rápidamente a Francia en el oeste y luego actuar<br />

con la misma rapidez en el este para eliminar a Rusia antes de que el imperio <strong>del</strong> zar<br />

pudiera organizar con eficacia todos sus ingentes efectivos militares. Al igual que<br />

ocurriría posteriormente, la idea de Alemania era llevar a cabo una campaña<br />

relámpago (que en la segunda guerra mundial se conocería con el nombre de Blitzkrieg)<br />

porque no podía actuar de otra manera. El plan estuvo a punto de verse<br />

coronado por el éxito. El ejército alemán penetró en Francia por diversas rutas,<br />

atravesando entre otros el territorio de la Bélgica neutral, y sólo fue detenido a<br />

algunos kilómetros al este de París, en el río Marne, cinco o seis semanas después de<br />

que se hubieran declarado las hostilidades. (El plan triunfaría en 1940.) A<br />

continuación, se retiraron ligeramente y ambos bandos —los franceses apoyados por<br />

lo que quedaba de los belgas y por un ejército de tierra británico que muy pronto<br />

adquirió ingentes proporciones— improvisaron líneas paralelas de trincheras y<br />

fortificaciones defensivas que se extendían sin solución de continuidad desde la costa<br />

<strong>del</strong> canal de la Mancha en Flandes hasta la frontera suiza, dejando en manos de los<br />

alemanes una extensa zona de la parte oriental de Francia y Bélgica. Las posiciones<br />

apenas se modificaron durante los tres años y medio siguientes.<br />

Ese era el «frente occidental», que se convirtió probablemente en la maquinaria<br />

más mortífera que había conocido hasta entonces la historia <strong>del</strong> arte de la guerra.<br />

Millones de hombres se enfrentaban desde los parapetos de las trincheras formadas<br />

por sacos de arena, bajo los que vivían como ratas y piojos (y con ellos). De vez en<br />

cuando, sus generales intentaban poner fin a esa situación de parálisis. Durante días,<br />

o incluso semanas, la artillería realizaba un bombardeo incesante —un escritor<br />

alemán hablaría más tarde de los «huracanes de acero» (Ernst Jünger, 1921)— para<br />

«ablandar» al enemigo y obligarle a protegerse en los refugios subterráneos hasta que<br />

en el momento oportuno oleadas de soldados saltaban por encima <strong>del</strong> parapeto,<br />

protegido por alambre de espino, hacia «la tierra de nadie», un caos de cráteres de<br />

obuses anegados, troncos de árboles caídos, barro y cadáveres abandonados, para<br />

lanzarse hacia las ametralladoras que, como ya sabían, iban a segar sus vidas. En<br />

1916 (febrero-julio) los alemanes intentaron sin éxito romper la línea defensiva en<br />

Verdún, en una batalla en la que se enfrentaron dos millones de soldados y en la que<br />

hubo un millón de bajas. La ofensiva británica en el Somme, cuyo objetivo era<br />

obligar a los alemanes a desistir de la ofensiva en Verdún, costó a Gran Bretaña 420.<br />

000 muertos (60. 000 sólo el primer día de

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