Volumen 2. Política y Revolución II, 1892-1893
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194 MARTí / CUBA<br />
ra CitXtO-i y no lo es por fortuna !-que el país real acata con prisa<br />
y cortesía una ley limosnera, indispensable hoy a la política promisoria<br />
del gobierno español, que, con ayuda de quienes no podrán ya por mu-<br />
cho tiempo ayudarle, distrae con el advenimiento de un gabinete de cs-<br />
peranzas, disipado siempre a la hora de la realidad, la cólera que le-<br />
vanta primero, y volverá a levantar después, un gabinete de ira. Pena<br />
causa, en verdad, ver cómo hombres útiles, y sin duda sinceros, giran<br />
dóciles a compás de esta política a la ves cínica y pueril.<br />
Los cubanos volátiles que creyesen que una ley retacera de cleccío-<br />
nes, y el nombramiento en su virtud de algunos diputados más, a lo<br />
sumo comparables a sus distinguidos antecesores, puede mudar de raíz’<br />
el carácter rudimentario y venal de la política española, y la ignorancia<br />
y hábitos despóticos de la nación, verán tal ves sustancia y eficacia en<br />
una ley teatral que, aparte del desdén de aportar a males presentes y<br />
urgentísímos un simple remedio en el modo de pedir, más es, a todas<br />
luces, descarada reincidencia en la política diferencial que base de ar-<br />
gumento honrado para fundar sobre ella los derechos de un pueblo,-de<br />
un pueblo donde las venas de los hombres hierven al pensar que su mí-<br />
seria y honra dependen de una peineta del Rastro o de una copa de<br />
Jerez. iHay sangre, y sangre! jEsa no ea nuestra sangre!<br />
La esperanza de que el cambio leve de la petición, otorgado de mo-<br />
do que, de antemano y en sí propio la niega, baste a satisfacer al país<br />
abrumado, a las ciudades vergonzosas, al campo miserable, al destierro<br />
unido y tenaz, al pueblo libre y en sazón, harto ya de prestidigitadores<br />
y de dueñas, sería, en verdad, ilusión del miedo, o del deseo. Los re-<br />
medios son impotentes cuando no se calculan en relación con la fuerza<br />
y urgencia de las enfermedades. La polftíca es una ocupación culpable<br />
cuando se encubren con ella, so capa de satisfacciones indebidas, la<br />
miseria y desdicha patentes, la gran miseria y gran desdicha, del pue-<br />
blo que los soberbios y los despaciosos suelen confundir con su propia<br />
timidez y complacencia. Y sí por ventura, como pudiese suceder, no se<br />
tiene fe en el mínimo recurso abierto para la cura urgente y radical; si<br />
por ventura se estuviese convencido de que el alivio aceptado no llega,<br />
ni por sus componentes puede llegar nunca, adonde llega el mal terri-<br />
ble, algo habría tan grave como el mal, la responsabilidad de los que a<br />
sabiendas recomendaron el falso remedio.<br />
El país va adonde debe; y afuera de él, dejando a un lado pueriles<br />
satisfacciones, se calla lo que no es preciso decir. Mucho daño hace en<br />
este mundo la cobardía; mucho la indecisión; mucho la lfríca guber-<br />
POLÍTICA Y REVOLUCIÓN 195<br />
namental, y la politica importada. Llorar con el país es necesario, re-<br />
torcerse con él por la tierra, y oír, con el alma a las sepulturas, lo que<br />
la tierra dice. Los pueblos continúan: no retroceden. Toda esta auto-<br />
nomía, que rechazan hoy por insuficiente las mismas colonias inglesas<br />
que con ella se paralizan y desangran, es un retroceso. No se siguió,<br />
sino que se volvió atrás, como si se pudiera prescindir de lo hecho, de<br />
lo más hermoso, y de lo único real, que hemos hecho. Todo eso es<br />
compás de espera y fantasmagoría. Era necesario que un pueblo can-<br />
sado descansase. Ya está. Ya no más. Esas formas menores, esa pelea<br />
lenta, y sin cesar burlada, de formas ineficaces, no resuelven nuestros<br />
problemas, nos entretienen culpablemente, no nos salvan del hambre que<br />
crece, y de la dignidad que se empieza a ir. Es que somos. pueblo, y<br />
hay que saberlo. Se trata de constituir con el mayor orden posible una<br />
república de elementos confusos, que puede ya vivir por sí; a la que<br />
nadie puede ya contener en su deseo de vivir por sí. Lo demás es bor-<br />
dar en la nieve. Aplíquese esa ley inútil y ofensiva, acatada con prisa<br />
obsequiosa. Aplíquense más leyes, y mientras más pronto mejor; ‘que<br />
todas ellas servirán para demostrar la incompatibilidad irremediable en-<br />
tre una metrópoli que jamás se decidirá a levantar de verdad la mano<br />
armada sobre la colonia de que vive el espectro de su historia y la gran-<br />
jería de su política, y una colonia que tiene intereses distintos y alma<br />
diversa y superior a la de su metrópoli; entre España que revive difícil-<br />
mente con la vida anticuada y rudimentaria de sus provincias, y Cuba,<br />
clavada, con gran riqueza natural y con ansia de trabajo, en la vida mo-<br />
derna y en la libre América. Y a los equivocados, ; hasta mañana!<br />
2<br />
CUATRO CLUBS NUEVOS<br />
De España hemos de ser independientes. Y de la ignorancia en que<br />
España ha dejado a nuestro campesino precoz, y al cubano de padres<br />
de Africa. Y de los vicios sociales, tales como el despotismo y soberbia<br />
de nuestra opinión, la falta de respeto a la opinión ajena, y el índómi-<br />
to señorío que, por el hábito de él, y por el deseo natural de él en quie-<br />
nes nunca lo ejercieron, queda, como trastorno principal de la repú-<br />
blica naciente, en los países compuestos para la esclavitud, y moldea-<br />
dos, desde la uña al pelo, sobre ella. No podemos mudar el mundo en<br />
Cuba; ni injertarnos, de un vuelco político, la naturaleza angélica; ni