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Volumen 2. Política y Revolución II, 1892-1893

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260 MARTi / CUBA<br />

gar con pasión de hijo los instantes en que hemos de imitar, o de me-<br />

jorar, las hazañas de nuestros padres. Lorenzo García, el maestro de ar-<br />

mas, dice que él ama su profesión porque con ella ensena a sus herma-<br />

nos a ser fuertes y viriles. Manuel Collazo espera, seguro de la victoria,<br />

el saldo final de tantas vanidades y tanta complacencia inútil, el saldo<br />

de la revolución. Modesto Tirado, que ve la verdad, saluda a la espe-<br />

ranza de hoy en los veteranos de ayer. Vicente Díaz Comas admira la<br />

tarea de reunir todos los esfuerzos para combatir a un adversario cuya<br />

única fuerza estaria en nuestra desidia. José Agramonte, Manuel Vélez,<br />

Regino González hallan en la indignación patente de las islas causa ra-<br />

cional de fe en la campaña, por vez primera emprendida con la fuerza<br />

de todos, contra el enemigo cuyo poder único estaba en la tácita alianza<br />

de la política del país, que daba sueltas periódicas a la cólera que, hoy,<br />

negándose por fin a ese ardid, estallará con toda su energia concen-<br />

trada. Y José Núñez, con extraño poder de palabra en hombre que no<br />

la tiene por ejercicio, pintó la vida hipócrita, como un antifaz, de los<br />

que viven, afectando imposible contento, en la soledad de un pueblo in-<br />

diferente; evocó la memoria del padre que lo puso en el mundo sin la<br />

libertad indispensable para cumplir con éxito y valor los deberes supre-<br />

mos de la existencia, y se juró a la obligación de volver a su patria de<br />

manera que pudiera decir algún día, arrodillado ante la tumba del que<br />

le dio el ser: “Vengo a darte en la muerte lo que tú no supiste darme<br />

en vida: ivengo a darte patria!”<br />

Una sola voz faltaba entre los quince amigos, la del Delegado del<br />

Partido Revolucionario que ha logrado encender entre las islas comple-<br />

mentarias tanta hermandad y fe; y su voz se alzó, trémula como la pri-<br />

mera claridad de los días decisivos, grave como,el deber ya visible que<br />

pesa sobre todos los hombros, para celebrar en aquella junta de almas<br />

el raciocinio que debe preceder, y a toda hora acompañar, a un entu-<br />

siasmo pernicioso cuando no se mide con las fuerzas a su orden y con<br />

la oportunidad de emplearlo; para desechar por innecesarias, como la<br />

prueba de que la sangre arde en nuestras venas y el sol calienta el mun-<br />

do, las declaraciones de hermandad entre dos tierras que son una sola<br />

desdicha, y un solo corazón; para señalar en el júbilo robusto de aque-<br />

llos hombres sinceros, no por cierto una derrota, con loa sucesos auto-<br />

nomistas, en los planes revolucionarios; sino la victoria patente de<br />

nuestras ideas en la triste campaña que, sin mano alguna de los inde-<br />

pendientes sagaces, ha parado en enviar ante España una minoría a que<br />

no tiene el derecho de atender un parlamento que la ve acompañada de<br />

POLíTICA Y REVOLUCIÓN 261<br />

una opinión que le es tres veces superior; para declarar que eI error<br />

gravísimo de las elecciones, irritando por su mentira y osadia a un pue-<br />

blo a quien no se preparaba a la vez para las consecuencias naturales<br />

de la ira, ponía obligaciones mayores sobre los cubanos y puertorrique-<br />

ños que se han echado a hombros el deber de acudir en la hora de<br />

la guerra a la patria abandonada al conflicto por los que no han sabi-<br />

do ordenarla para él; para saludar, ya como más cercana, la indepen-<br />

dencia de Cuba y de Puerto Rico.

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