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Volumen 2. Política y Revolución II, 1892-1893

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250 MARTI / CUBA<br />

CLI> humano; porque ellos conocen por las señales del alba aunque oscu-<br />

rezca una u otra vez el horizonte la sombra del despotismo o la soberbia<br />

del pasado, como el sombrero de teja de un mal cura mancha en la pers-<br />

pectiva el cielo ‘azul, que los sacerdotes de la religión nueva se han puesto<br />

en pie, que la compasión por la infelicidad del hombre los guía y morirán<br />

por la felicidad del hombre, que el alma de los pobr& ebionitas que<br />

acompañaron a Jesús, vibra otra vez y resplandece, y nadie la ha de pagar<br />

cn el pensamiento que mueve y aconseja esta renovación de las almas<br />

cubanas. i Atrás el español! iNuestra misma mano ahogue, en eata hora<br />

de agonía de nuestra patria, toda bajeza o vacilación o pensamiento<br />

indigno de la cabecera de la madre morihunda, de la cuna de la hija<br />

que nace! Es la hora de morir o de nacer. Al español, al espafiol nada<br />

más conviene ntiestra desconfianza o nuestra tibieza. iEche sus ser-<br />

pientes por entre nosotros, y nos encontrará fuertes como un solo cora&,<br />

sin una ,hendija por donde quepa un solo criminal! En el hogar, en<br />

las horas comunes, el padre exasperado por las faenas de la vida, en-<br />

cuentra en todo falta, regaña a la santa mujer, habla con brusquedad<br />

al hijo bueno, echa en quejas y dudas de la casa que no las merece el<br />

pesar y la cólera que ponen en él las injusticias del mundo; pero en<br />

el instante en que pasa por el hogar la muerte o la vid& en que corre<br />

peligro alguno de aquellos seres queridos del pobre hombre áspero, el<br />

alma entera se le deshace de amor por el rincón único de sus entrañas,<br />

y besa desolado las manc+ que acusaba y maldecía tal vez un momento<br />

antes. iEs la hora suprema!<br />

Nuestra tierra se ha hablado y se levanta. No es mérito nuestro: es<br />

mérito suyo’ Nosotros le tendimos cl brazo; y ella se alzó de su timidez.<br />

Ahora ella nos sacude el brazo, nos pide nuestra palabra, nos llama tí-<br />

*nidos. Afuera, los que tenemos cintura, los qu; tenemos verdad, los que<br />

no queremos comer el pan que no hemos ayudado a ganar, los que no<br />

nos sentimos hombres mientras veamos un solo hombre infeliz, los que<br />

no queremos injusticia, ni desequilibrio ni preocupación ni tiranía en la<br />

independencia de nuestra patria, los que queremos que los reclamantes<br />

de mañana contra los parciales y soberbios de la libertad tengan el de-<br />

recho de haber ayudado tanto como ellos, o más que ellos, en la obra<br />

de fundarla; los que han echado su vida toda al viento, para que sea en<br />

las tempestades banderin de equidad, y en la tierra nueva sea semilla de<br />

hombres;-afuera, con las cien manoa a la vez, recogen todas las virtu.<br />

des de la revolución; juntan, callados, todas sus fuerzas. Por las inmun.<br />

dicias se pasa, como pasa el león sobrt el grlsano. Po1 las intrigas del<br />

rOLíTICA Y REVOLUCIÓN 251<br />

c~pañol se pasa, CODO pasa la Irn sobre la culebra. Pasa el espiritu de<br />

construcción sobre el de destrucción que por ley humana le sale siempre<br />

al camino. iAtrás el español! La tierra entera se levanta, tendiéndonos los<br />

brazos. Entre los cubanos no hay criminales. Es la hora suprema.<br />

La tierra entera se levanta. No se miente ante la tumba, como dijo<br />

hien e.l que acaso fue el primero entre los poetas cubanos. La tumba,<br />

abierta como un surco, llama a la semilla. Las madres viudas ven sin lá-<br />

grimas partir al hijo a buscar en el monte perdido la sepultura de su<br />

padre, a morir digno de él, levantándole con su cuerpo un peldaño más<br />

a la patria: la tierra nuestra nos responde: i o nos pregunta, cubanos.<br />

nos pregunta si ya estamos listos. 1 No se miente ante la tumba. SerA<br />

pronto, será luego, será cuando la Isla mande, será cuando deba ser.<br />

No tiemblan 10s corazones. No tiembla el juicio decidido a defen-<br />

der la libertad. No tiembla el viejo de ayer, ni el mozo de hoy. De to-<br />

das partes acude el valor, se ofrece el valor. Será cuando deba ser.<br />

;Límpiese el corazón de pequeñeces, que va llegando la hora de nacer.<br />

o de morir i i Atrás el español! Es la hora suprema.<br />

2<br />

POBRES Y RICOS<br />

Es la gloria de nuestra guerra. El esclavo salió amigo, salió herma-<br />

no, de su amo; no se olvidan los que se han visto cara a cara ante la<br />

muerte: la muerte, con claridad sobrenatural, ilumina la vida. Nuestro<br />

pobre ha crecido: ha echado mente y autoridad, en la defensa de la<br />

vida, en pueblos extraños y cultos: todo su oro interior le ha salido D<br />

donde se ve, en la tribuna y el periódico, en el liceo ‘y la escuela gratui-<br />

ta, en la religión nueva del filósofo, en el hogar virtuoso y fino: entien-<br />

de y mantiene con incorruptible vigor la verdadera libertad.<br />

Nuestro rico ha purgado eh el sacrificio y el trabajo la .fueute ta)<br />

vez criminal de su forttma. Los nietos han de hacerse perdonar el pe-<br />

cado de sus abuelos.<br />

El servicio a la revolución de la libertad puede lavar la culpa de la<br />

riqueza, acumulada con el fruto de la esclavitud. El mundo es equili-<br />

brio, y hay que poner en paz a tiempo las dos pesas de la balanza. Ei<br />

decreto de emancipación de los esclavos aseguró para siempre la paz de<br />

Cuba en la independencia. La restitución a la guerra de la libertad de

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