Volumen 2. Política y Revolución II, 1892-1893
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144 YARTf / CUBA POLíTIcA Y lsvoLucx6N 145<br />
Los sucaoa son ya pasados# y d recapitularlos mismo 108 pudiera<br />
agriar. Parece que el elemento capaúol que intenta alaar en un pueblo<br />
de los Estadoa Unidoa una fortaleaa de la dominación de España en<br />
Cuba, vio con ira que loa españolea liberales de Tampa declarasen su<br />
simpatía por la independencia de Cuba, al pie de la bandera blanca, en<br />
la persona del delegado del Partido Revolucionario Cubano, que es<br />
hombre que morirá al pie de la libertad, abrasando en ella españoles y<br />
cubanos, pero ni lisonjea pasiones, ni compra ejércitos para su ideal<br />
con una aola flaqueaa complaciente, o compromiso tenebroso, del Dele-<br />
gado que, frente a ricos p pobres, y con más pobres en frente que ricos,<br />
declaró su respeto por todas las doctrinas, sean cualesquiera sus nombres,,<br />
que busquen, con respeto a las de los demás, la plenitud dei derecho<br />
humano, y recordó, entre unánimes vítores, que cuando en la guerra<br />
pasada necesitb un barco que llevara a Cuba la república para todoa, no<br />
fueron los pobres los que de un solo impulso se lo dieron, sino un rico:<br />
iy hay bribonea, por Cuba y fuera de Cuba, que ponen aquella sublime<br />
conversación, en quu la tierra se abrió y dio nueva lur, en qw resplan-<br />
deció en au mayor hddad d ahna humana, como un trato entre los<br />
cubanos que quieren abrir ar su patria libre casa’para todos, y una<br />
especie de españolea que quisieran sentarse, desgnãados y hmwantes,<br />
sobre laa ruinas del mundo!<br />
Parece que d elemento español despótico, en castigo, de la mani-<br />
festación, dictó medidas en loa talleres de tabaco que levantaron de<br />
dloa l la vea a españoles y cubanos, indignados de que se quisiese aco-<br />
rralar por hambre, en pafs extranjero, a los españoles que, sin una<br />
palabra’ vergonzosa, o indigna de un hijo, ac habían declarado más<br />
amigoa de la concordia entre loa hombrea que de la tiranía, aunque la<br />
tiranfa fuese ejercida aobra eu propia prole por España. Parece que un<br />
grupo de hombrea, poco digno de aplauso, aguaó d odio viejo de Cuba<br />
y Jbpgña, que vamos enterrando, e intentó romper la huelga. Parece<br />
que d cubano, que sabe llevar su sangre de la rienda, y verterla donde,<br />
es menester, verterla por los hijos mismos dd país que los diezmó y<br />
que loa oprime, puso d pecho a la dificultad, y estorbó, con d influjo<br />
unánime y visiile de su determinación, que se ocupasen por hombrea<br />
codiciosos o complacientes las meaas de donde se había echado a los<br />
amigoa de la libertad.-Parece que el dueño del taller ep huelga lo<br />
abrió a loa operarioa primitivoq eSpañoles y cubanos, que no quisieron<br />
sentarse cedo a codo con loa que fomentan en tierra enemiga d odio<br />
contra sus propioa paisanw y la división entre los que pueden y aahen<br />
vivir en par.-Parece que d grupo escaso de provocadores logró al fii<br />
exasperar al pueblo ofendido que rodeó la casa donde en consecuencia<br />
de sus retos se asilaron, y los dejó salir en paz, los mil hombres ofen-<br />
didos a los cinco que los ofendfan, en manos dd alcalde de la ciudad.<br />
Y a la excitación maligna de los cinco provocadores,-de los cuales dos<br />
al menos están, sq$n parece, perseguidos en Cuba por la justicia cri-<br />
minal,-en que mueven al pueblo norteamericano de Tampa, con abuso<br />
censurable del terror que ahora inspira el mote de anarquista, al odio<br />
contra los españoles que con esta palabra denominan su pasión por la<br />
equidad social, y contra los cubanos culpables de pretender para Cuba<br />
la independencia que pretendieron y lograron los norteamericanos, a<br />
la carta firmada por los cinco provocadores, respondió, en el mismo<br />
periódico, la relación verdadera de los sucesos suscrita por mil firmas<br />
españolas y cubanas.<br />
Los sucesos ya han pasado, y es dable esperar que los que los pro-<br />
movieron, refrenando la singular vanidad que suele hacer de la constancia<br />
en el delito un título a los ojos del. hombre, reconozcan el yerro de<br />
castigar en sus propios compatriotas una opinión sincera, y de llevar<br />
la mano de la pasión o la venganaa contra los hombres generosos que<br />
arriesgan;por defender lo que tienen por justo, la ira de quienes pueden<br />
quitar a sus hijos el pan de la boca: idebe andar triste por dentro, el<br />
corazón de quien ayuda a oprimir a los hombres! ¿Y es hombre, el<br />
que ayuda a oprimirlos ? Pero sería inútil el arrepentimiento 0 la<br />
desaparición de los provocadores de esta vea, o de los que los imitasen,<br />
si persistiese, con violación manifiesta de la hospitalidad, de la pruu-<br />
dencia y de la lógica histórica, d espfritu irreconciliable español que<br />
pretende levantar en un pueblo emancipado de su metrópoli una osten-<br />
tosa fortaleaa contra los cubanos que quieren emanciparse de España.<br />
Es licito y natural que los cubanos usen de los derechos públicos de<br />
un pueblo independiente por sus mismas razones y medios, para ade-<br />
lantar las razones y medios de su independencia. Es ilícito e innatural<br />
que los esptioles que han incapacitado al cubano para librar con honra<br />
su sustento en la tierra nativa, salven el mar, con odio incorregible, y<br />
hostiguen y rodeen al cubano en d rincón extranjero donde halla un<br />
asilo. Es de esperar, y así aquf se ruega, que, mostrando en todo aquella<br />
hidalguía con que se ven en campaña la virtud los enemigos, vivan los<br />
eapañoles, irreconciliables, ya que en sus propios dominios no pueden<br />
vivir, en d reapeto de los que como ellos emigran de una tiranía inha-<br />
bitable para ganar el sustento, o lrivir en d decoro de la libertad, sin