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Volumen 2. Política y Revolución II, 1892-1893

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23a MARTÍ / CUBA<br />

decido al Club, que,-tomando en conjunto todos los precedentes, y<br />

teniendo en cuenta el saludable efecto de que en nuestro Partido mismo<br />

se vea cómo seguimos obteniendo resultados magnos con las sumas<br />

pobres del Tesoro ordinario,deba permitir que quede ociosa en New<br />

York, en la Tesorería del Partido, una suma cuya vuelta al Cl& “Cayo<br />

Hueso” demuestra que la Delegación que tuvo, y tendrá, bastante confianza<br />

en su patriotismo para hacerle partícipe íntimo de sus deber- o<br />

angustias extraordinarias,-cree también conveniente, como el mismo<br />

Cl u b pu d’ lera creer, que no se alteren sino en caso imprescindible, que<br />

tsta vez por fortuna ha desaparecido, las vias estrictamente reglamentarias<br />

con que hasta hoy el Partido ha logrado con sumas ínfimas<br />

resultados magnos.<br />

El Delegado sabe con qué hombres habla; ellos saben que el Delegado<br />

entiende que el servicio de la patria demanda al buen servidor que ani-<br />

quile en sí, aun con las más grandes razones, todo impulso de orgullo<br />

o arrogancia que, con crédito de su persona tal vez pudiera lastimar la<br />

unión de sus colaboradores en la libertad de su país. El Club “Cayo<br />

Hueso” sabe, hombre por hombre, que el deseo único del Delegado, al<br />

volver a su Tesoro natural los fondos que de todos modos dejaría por<br />

ahora sin empleo en la Tesorería de la Delegación, es causar en el<br />

público, entendiendo por público nuestra organización, el justo respeto<br />

que, ante un pueblo obligado más de una vez a sacrificios inútiles, ha<br />

de inspirar un Partido que, ni aún en horas de verdadera agonía, y de<br />

reforma justificadisima por la celeridad y grandeza de los hechos, usa<br />

más fondos que los que se puede allegar por sus medios estrechos y<br />

ordinarios. No vivimos para nuestra persona; sino para la patria. De-<br />

bemos aceptar ‘10 que nos mortifique, si es útil. a la patria, si le es<br />

indispensable. Si mañana ve otra vez un gran servicio la Delegación<br />

ante sí, y cree mejor dirigirse, mientras duren estas estrecheces conve-<br />

nientes a la dignidad, a los propios que a los extraños,-y a un grupo<br />

de hombres sensatos que a la multitud de publicidad peligrosa,-mañana,<br />

sin temor y con cariño, volvería a dirigirse el Delegado al Club “Cayo<br />

Hueso” a pedirle este mismo servicio. Hoy el Delegado, lleno de reco-<br />

nocimiento verdadero y profundo, movido de respeto y de amistad hacia<br />

el Club, y hacia cada uno de sus miembros, cuyos móviles puros conoce<br />

y estima, devuelve los fondos al Club “Cayo Hueso” porque lo cree así<br />

conveniente a los momentos crítios, y muy vigilados por el enemigo,<br />

que atraviesa en su marcha al triunfo la organización de la patria.<br />

POLfTICA Y REVOLUCIÓN 239<br />

Con este espíritu saluda al Club la Delegación. Con esta alma reco-<br />

noce la activa energía con que sus miembros apresuraron con el vigor<br />

al Cayo peculiar, la remesa de unos fondos que con razón, en cuanto<br />

ellos podían saber, estimaban salvadores. Con esta alma acompaña a<br />

los que, en la vigilancia de su celo patriótico, hubiesen podido temer<br />

que la forma de la remesa dejara una opinión siquiera lastimada. Para<br />

amarnos estamos, y no para lastimarxios. Para echarnos unos en brazos<br />

de los otros, y fundar juntos la patria que nos aguarda.<br />

Por su parte, sólo para el agradecimiento y la virtud tiene memoria<br />

el actual Delegado. No vuelve un hombre al seno de la tierra con mayor<br />

solemnidad que la que llena su alma en los momentos en que escribe,<br />

en los momentos en que ha empezado a intentar sus esfuerzos supremos<br />

por reunir el tesoro nesesario para comprar armas y barcos a la inde-<br />

pendencia de la patria. Y en esta hora angustiosa en que ruega la com-<br />

pañía de todos los cubanos buenos, ni podía abrigar en su corazón<br />

ninguna pequeñez, ni en nadie la sospecha, ni para cubano alguno tiene<br />

mayor agradecimiento,. y amistad más grande, que para los cubanos<br />

generosos y vigilantes del Club “Cayo Hueso”.<br />

El Delegado<br />

Delegación del Partido<br />

Revolucionario Cubano<br />

Sres. Eduardo H. Gato<br />

Carlos Recio<br />

Manuel Barranco<br />

Teodoro Pérez<br />

3<br />

A EDUARDO GATO Y OTROS<br />

JOSÉ MARTí<br />

New York, 9 de marzo de <strong>1893</strong><br />

Mis distinguidos compatriotas :<br />

Cerrada ya la época de preparación y tanteo de opiniones que las<br />

emigraciones unidas en el Partido Revolucionario Cubano creyeron indis-<br />

pensable para inspirar confianza al país en nuestro plan ordenado y<br />

total de revolución en acuerdo con la Isla, nos hallamos frente a frente<br />

con una situación digna de la atención y ayuda de los cubanos de patrio-

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