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Volumen 2. Política y Revolución II, 1892-1893

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112 MARTf / CUBA POLíTICA 1’ nEvoLucróN 113<br />

por el mundo, o a los cubanos culpables, en las cosas de la patria, de<br />

ceguera vohmtaria o de candor supino”.<br />

Pero, ia qué tornar, en verdad, tanto 83pacio para castigar esta entre-<br />

vista? El Evenbg Td¿gr+ la comienxa diciendo que es de “un amigo<br />

fiel de España”.<br />

2<br />

LA REUNION DE LOS CLUBS<br />

Ni el calor, grande y enfermizo, de una de las más penosas noches de<br />

este verano, ni el error en las añas cometido a la ves en las citaciones<br />

privadas de los clube y en el artículo mismo de Patria, privó de la gran<br />

concurrencia y el singular lucimiento a la reunión con que los miembros<br />

de los Clubs de New York decidieron saludar la vuelta del Delegado del<br />

Partido Revolucionario. Del salón henchido tenian que retirarse los<br />

retrasados. De pie en el salón sofocante, con aquel orden de milicia y<br />

placer de sacrificio por donde se conoce la proximidad de los grandes<br />

tiempos, con aquel cariño fraternal y juicioso porque es bella y fuerte,<br />

de Chicago a Jamaica, la organisación revolucionaria, oyeron el saludo<br />

viril del presidente, y la narración con que el Delegado le contestó, los<br />

que, fiados ,en viejas coetumbres, no llegaron a la reunión a hora de<br />

silla. De pie, en el calor mortal, los jóvenes fervorosos, y los santos<br />

ancianos.<br />

Del presidente Juan Fraga, cabeza del Cuerpo de Consejo de New<br />

York, fue el único discurso de saludo, en nombre de los Clubs, y Patria<br />

no puede por razones de cercania personal, poner aqui los términos<br />

calurosos, de pláceme republicano, con que los Clubs de New York, por<br />

labios de su representante, encomiaron la obra de vigilancia e indulgencia,<br />

de allegamiento y ensanche, de fuerza y de afecto con que a juicio de<br />

los clube atiende a su deber el Delegado del Partido Revolucionario.<br />

Ni puede Pahu copiar aquf el párrafo elocuente y generoso en que<br />

habla del Delegado un general ilustre, y con el cual cerró el sentencioso<br />

.<br />

prcaidente su discurso.<br />

iIntentaremos siquiera dar idea de la narración de su viaje reciente<br />

con que el Delegado contestó a la presidencia, narración que, con ansia<br />

y entusiasmo especiales, aguardaban los clubs? No lo intentaremos;<br />

porque aquellas horas de gozo robusto y palabra verdadera fueron como<br />

el ferviente resumen de los elementos, problemas y peligros de nuestra<br />

patria. De sí propio nada nos contaba el Delegado, sino de sus ilustrea<br />

compañeros; de la fraternidad de nuestros jefes, de que iban dando<br />

muestra en el viaje dos generales de una misma comarca, el glorioso<br />

Roloff y el cultfsimo Sánchez; del tesón magnifico, grave elocuencia e<br />

irreductible alma cubana del revolucionario en quien se han hecho carne<br />

viva las virtudes de creación, vigilancia y fe del incólume Cayo, del<br />

cubano de “El Yara”, José Dolores Poyo. Y con ocasión de las recep-<br />

ciones innúmeras con que el Cayo dio premio leve, a pesar de su gran-<br />

deza, a los servicios insignes y desinteresados del héroe villareiio; de la<br />

pasión patriótica con que, en la muestra de treinta y cinco clubs nuevos,<br />

respondió el Cayo a la visita de Roloff, y a su discurso eficaz, de alta<br />

política y vivas verdades; del noble convite en que se juntaron, a la voz<br />

de los comerciantes generosos del Cayo, los héroes de nuestra guerra<br />

y el reprwentante del Partido que con ellos ha de renovarla; de la<br />

unificación del Cayo entero, con todas sus clases y todas sus fuerzas, en<br />

un solo club patriótico, con una sola fe, y el mismo fin, y métodos<br />

iguales; de las virtudes, públicas y privadas, de aquellos cubanos, de que,<br />

en lenguaje conmovido, nos mostraba seductores ejemplos; de la llegada<br />

a Tampa, con las ancianas en fila, las viudas y las huérfanas, y a la<br />

cabeza, en silencio, las banderas de Lares y de Yara; de aquel banquete<br />

de recepción de los hospitalarios tampeños, donde la presidencia no se<br />

dio a nadie, porque, bajo la bandera cubana que lo orlaba, se dio al<br />

retrato de Céspedes; de aquellos corazones y casas, y cortesias del<br />

municipio, y escuelas prósperas, y la asamblea de los talleres; de aquella<br />

visita, franca y sin ambages, abierta y sin lisonjas, en respuesta al<br />

convite de las fábricas españolas, de las fábricas donde imperan,-con<br />

nombre impropio, por los excesos encubiertos con él,- los partida-<br />

rios de las novedades más adelantadas, en la batalla del hombre con-<br />

fuso por la plena y definitiva libertad ; de aquella conmovedora procesión<br />

de los españoles liberales, nuncio innegable de tiempos extraordinarios,<br />

en que, tajando la sombra con sus estandartes blancos, se procla-<br />

maron aquellos cientos de liberales españoles, partidarios y hermanos:<br />

como hombres que son, de los cubanos decididos a poner en Cuba al<br />

hombre en condiciones de libertad y de decoro por la independencia de<br />

la patria; con ocasión, en fin, de las demostraciones significativas y con-<br />

tinuas de los norteamericanos en la pintoresca y rica OcaIa,-del mérito<br />

de los cubanos que allí alzan una ciudad, y el crédito de su país,-de<br />

!a visita a la tumba venerada de Varela, y el valer y hombría de los

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