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Volumen 2. Política y Revolución II, 1892-1893

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322 MARTÍ / CUBA<br />

Reforma a ver,.s con Vd., y conmigo, en una victoria verdadera, en un<br />

esfuerzo tun vigoroso de las emigraciones, en dinero y unión, que él nos<br />

dejaria con crédito mucho mayor que el que pudiéramos perder con la<br />

presentación, aún increíble, de los holguineros. Su amenaza continua<br />

me ha tenido angustiado todo este año, sin poder IlFvar mis esfuerzos a<br />

la distancia en que hubieran dado mayor fruto. Los amigos aparentes<br />

del alzamiento aspiraron a perturbarle a Vd. el corazón, y a destruir,<br />

ivaya una manera de ayudar a la guerra! el plan con que la hemos cs-<br />

tado preparando; pero caso de que, como de Cuba dicen y el raciocinio<br />

niega, se hayan presentado sin batalla y a los pocos días de alzarse !os<br />

Sartorius, del entusiasmo de este suceso, y de la filosofía francamente<br />

aceptada de su fracaso posible, he sacado tal ímpetu que en verdad In<br />

equivocación de Holguín, en cuyo mal éxito no quiero creer, nos deja-<br />

rla con más unión que la que tuvimos jamás, con un entusiasmo dura-<br />

dero y reflexivo, y con casi todo el tesoro necesario.<br />

Imposible me es escribirle de todo. Tres días hace que llegué,<br />

$3O,OOO he levantado, en la cara derrota, en el Cayo sólo. He desviado la<br />

intriga contrarrevolucionaria, que, de parte de los revolucionarios aparentes,<br />

dos o tres acomodados o vendidos, nos preparaba el gobierno<br />

desde la Habana, he convertido en triunfo el desbandamiento de nuestro<br />

pueblo, que parecía inevitable si tras tar to esperar, y ver al fin la<br />

primer luz, caía la guerra en su primer arranque, sin ver que no era la<br />

guerra lo que caía, sino la impaciencia o imprudencia de ella; no la guerra<br />

bastante y prudente. Y ahora, obedcciendo,-si me lo querrá<br />

creer- a la obligación del momento y al cariño, corro a verlo, pasando<br />

por N. York, adonde llegaré como el 15, y de donde saldré en el primer<br />

vapor, en el que más pronto me lleve a Vd.-no le explico, pues, mi primcr<br />

cablegrama por el Cayo ni el que envié por Jamaica, los explicaré<br />

en persona. Después del primero, la certidumbre del descubrimiento de<br />

los Sartorius, la incomprensible familiaridad con que se hablaba en la<br />

Habana de nuestros detalles más íntimos después del viaje seguro y repetido<br />

al Cayo y a verme de Julio Sanguily, y el trastorno causado por<br />

la publicidad e impunidad de él en la organización adelantada de la Isla,<br />

se juntaron a mi enfermedad y la agravaron, hasta el punto de que,<br />

aunque desde mi cama no he faltado a todo lo urgente, estuve un mes<br />

sin poder alzar la cabeza de la almohada. El viaje de Julio, sin resultado<br />

positivo, me desvió un mes de lo que en el pude hacer, y, por la colec.<br />

ta de él en el Cayo, desmoralizó a los que tenía yo criados para contribución<br />

mayor, base esperada de negocios con ellas fáciles. Por eso hube<br />

POLíTICA Y REVOLUCIÓN 323<br />

de poner a Vd. un cablegrama enterándole de la situación; y, siguiendo<br />

las cosas, y estando yo a todo, y no pudiendo llegar a Vd., lo que llega<br />

hasta mi, y estando avisado de que el gobierno astuto se vale de amigos<br />

indiscretos o inexplicables, de sacar la verdad de Vd., y de mi, insisto<br />

en que, por la salvación de lo que amarnos, oiga Vd. con reserva, sea de<br />

quien sea, y vaya quien vaya, lo que de la Habana, con extrema Mpu-<br />

nidad y pretextos plausibles, pudieran ir a preguntarle. Yo estaré allá,<br />

aunque sea a rastras, para el 22 de este mes. Dejo en tanto preparado<br />

en cuanto cabe, y estudiado lo que puede ser, y voy a sus consejos y<br />

opinión, y a ver qué cree Vd. que conviene que hagamos en la situación<br />

que para entonces se mantenga. Hasta hoy, icuándo con la mano can-<br />

sada de tanta pequeñez, y seguro de su confianza y cariño, iba a encon-<br />

trar hora de escribirle las cartas que Vd. leía día por dia, en mis enfer-<br />

medades, en mis caídas, en mis logros, en mis preparaciones, en mi si-<br />

lencio ante las tramas y desvergüenzas en que, negando el sol, querian<br />

envolverme, el nombre de Vd.? Fié en Vd., con una fe que yo sé que<br />

está bien entendida y pagada. Comisiones, diarios, colectas, gente de<br />

Cuba, todo me rodea en este instante, y no puedo mover apenas las na-<br />

lud deshecha. Se me va el vapor. Repito mis ruegos; lo invito nueva-<br />

mente a recibir con cautela, sin excepción alguna, por los peligros de<br />

la indiscreción de los nuestros, u otros peligros, cualquier mensaje cu-<br />

rioso o visita de la Habana; y voy a Vd., como si lo hubiera visto ayer,<br />

seguro de que fue ayer cuando lo vi a Vd., y anheloso de verlo otra vez<br />

en el rancho histórico para mí, y de verle la gloria de SU casa. SU<br />

JOSÉ MABTí<br />

Me rodean, sin saber que le escribo, Fernando, Seraffn, Rogelio, que<br />

ya quiere ir a Vd., todos los que lo quieren a Vd. tanto.s6<br />

Sr. Ramón Rivero<br />

Mi noble amigo Ramón:<br />

6<br />

A RAMóN RIVERO<br />

[Mayo, <strong>1893</strong>1<br />

Van los papeles; excuse prisa grande para Vd. y para Martín Marrero.<br />

Ya sabe: que organice sin violencia, sujetos, el contingente que ha<br />

8:~ Fernando Figueredo, Serafín Sánchez p J. Rogelio Castillo.

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