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Volumen 2. Política y Revolución II, 1892-1893

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386 MARTÍ / CUBA<br />

Creo, General que “edificamos mejor de lo que nos imaginábamos”,<br />

como se dice en inglés, y que por todo lo que se ve, y sin cometer impru-<br />

dencias y quedarnos cortos en lo necesario, tendremos que acelerar<br />

nuestra acción, y podremos acelerarla. Vd. irá juzgando. Cuando los<br />

sucesos de Holguín, fue mi pensamiento, a pesar de la escasez de los<br />

recursos destinados a estos gastos de preparación, cubrir por mi parte<br />

la Isla de comisiones, a decir lo que podíamos y pensábamos hacer y lo<br />

que deseaban y podían ellos, mientras que yo por la otra acordaba con<br />

Vd. la organización que le pudiéramos dar al impulso que ha de ir de<br />

afuera. Vi a Vd., y adquirimos la convicción de que, con opinión opor-<br />

tuna en la Isla, podíamos ajustar nuestras expediciones a las sumas con las<br />

que sin engaño podíamos contar. A lo que entonces hablamos faltaban<br />

detalles, pero allí, con gran júbilo mío, quedó compuesto todo lo esencial.<br />

Ahora le iré diciendo cómo se han presentado desde entonces las cosas.<br />

A mi paso por Haití, vi con mis ojos que sería imprudente fiar la<br />

muy delicada misión que le preparábamos a Masó” y me abstuve de<br />

poner en sus manos la orden de Vd. Ni el estado de ánimo de Masó,<br />

muy preocupado con luchas personales suyas, ni su actitud hostil respecto<br />

de Heureaux después de una cesión de armas nuestras, unos quince<br />

rifles, a sus enemigos, lo hacían, aparte de otras razones, propio para<br />

las funciones que él comenzó a aceptar, pero que no llegué a detallarle<br />

yo.-Y seguí a Costa Rica.<br />

Era allí mí principal objeto poner en conocimiento del General Maceo<br />

las instrucciones que de Vd. le llevaba, y el espíritu de cordialidad y<br />

porvenir que mueve esto que hacemos. Y 0, que no pongo prisa en<br />

censurar ni absolver, tengo gusto grande en decirle, uniendo la prudencia<br />

al natural deseo de hallar buenos a los hombres, que Vd. y yo debemos<br />

estar contentos de la aceptación plena y afectuosa por el General Maceo<br />

de la parte de obra que considera Vd. como natural de él, y que él acogía<br />

de antemano en la carta que envió a esperarme a Puerto Limón. Lo trato<br />

con la verdad angustiosa y honda que está en mí, y no creo engañarme<br />

al decirle que él, y lo que le rodea, está pronto a ocupar su puesto en<br />

el pensamiento general, y a ocuparlo con entusiasmo y fe. Debo decirle,<br />

por lo que conozco de los hombres, que nunca temí que fuese de otro<br />

modo. Ni esperé para Vd. menos respeto y asentimiento por lo menos<br />

cordial, que el que me mostró al aceptar sus obligaciones, y reconocer<br />

la elección recaída en Vd. por sus antiguos compañeros, para ordenar<br />

y dirigir nuestro Ejército de ayuda, que tardará poco, por todo lo<br />

47 Juan Massó Parra.<br />

POLíTICA Y REVOLUCIÓN 387<br />

que se ve, en ser el de nuestra libertad. Enemigo yo de exageraciones<br />

que son delitos en cosas tan delicadas como éstas, no le pinté más situación<br />

que la que entonces nos era conocida. No le describí la condición de<br />

Oriente, entonces menos clara que hoy, sino con la confusión con que<br />

a aquella fecha la veíamos, y que a él, como a mi mismo, no le pareció<br />

de difícil remedio: y acaso por esto, o por el deseo natural de conciliar<br />

su servicio patriótico con algunas obligaciones personales, o por con-<br />

vicción suya sobre lo oportuno de la época parecía inclinarse a creer<br />

qu,- tendríamos tiempo de aguardar hasta diciembre, aunque yo en todo<br />

mc mento hice hincapié con aquiescencia suya, en la necesidad de estar<br />

de de entonces dispuesto para todo instante. De la sinceridad de su<br />

de Erminación, y de que ésta era previa a mi visita, me dio pruebas con<br />

el hecho de haber transformado sus obligaciones directas con el Gobierno<br />

de Costa Rica con el compromiso personal entre cada uno de los colonos<br />

y el Gohierno. Ni hizo tampoco ocultación al Gobierno del verdadero<br />

propósito de mi visita, sino que él me acompañó a las que desearon de<br />

mí el Presidente y el Ministro de la Guerra, con quienes dejé abierto<br />

cuanto camino pude, y ante quienes traté libremente de nuestros inten-<br />

tos, y de la parte que naturalmente tenía en ellos el General Maceo. Tal<br />

fue en sustancia mi entrevista con él. Su hermano, y dos compañeros<br />

suyos, se pusieron por telegrama a nuestras órdenes. Ce Flor hallé car-<br />

ta amplia aqui; y de propósito, por cierta diferencia que aún tenían, hice<br />

a Maceo mensajero de todo lo que a él mismo le había dicho, y he repe-<br />

tido luego en carta a Flor. Flor no pudo venir, porque no está bien de<br />

dinero y depende ahora de otros en la finca en que está. Ni pude ver a<br />

Cebreco,*s sino por recado. En algo más fue beneficiosa la visita a Ma-<br />

ceo, y es, en saber que él no desea expedición grande, ni barco de aquí.<br />

ni cree que lo acompañen,-ni lo desea,- más que unos cuantos Jefes y<br />

Oficiales escogidos. Para él el plan está en que le adelantemos cuanto<br />

podamos la organización en Oriente, en que se puede él poner, como<br />

quedó en ponerse enseguida, al habla con los elementos de pelea de la<br />

región, y en el poco dinero que con esos proyectos necesita, y los mis-<br />

mos cubanos de Costa Rica, que ya quisieron reunirle cinco mil pesos<br />

cuando lo de Holguín, darán al Partido para él. Esto es como una ter-<br />

cera parte menos de los gastos que pensábamos. Y así quedó en parte.<br />

De Costa Rica volvía yo con angustia. Nunca creí que lo poco que<br />

llevábamos hecho había bastado para crear en la Isla una situación tan<br />

favorable. Temí que ciertas comarcas despaciosas, aun entre nuestra<br />

48 Agustin Cebreco.

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