Volumen 2. Política y Revolución II, 1892-1893
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MARTf / CUBA<br />
moo cddaoe, por d poco apetito moral, lo que a loa hombrea pensa-<br />
dora y laboriosos parece hera de toda relación con la necesidad actual,<br />
y oportunidad preciosa, de la Ida de Cuba en d desarrollo, ya hoy<br />
critico, del continente americano. Donde eatamm eatamo& J no pode<br />
mea seguir viviendo de grupera española sobre este potro sanguíneo J<br />
lozano de América. Ee otro, visiblemente, nuestro destino. El arnés se<br />
ha de ajwtar a la cabalgadura. En aparejo no se puede montar nobre<br />
caballo de raza. Paha pan a quienea lo deseen d aparejo.<br />
Pero como la única enemiga verdadera de la felicidad de Cuba ea<br />
la desconfianza de mucho cubano, por la educación colonial tímido y<br />
&adizo, en d carácter viril y decoroso de au pueblo, le ea licito a<br />
Patria, y aun obligatorio, wiialar la marcada prueba de nobleza quo<br />
d pueblo de Cuba, d pueblo de la emigración, ha dado durante el 13<br />
timo p súbito viaje del Delegado dd Partido Revolucionario a la Plorida<br />
Cayó aobre Key West, y aun en buen sentido pudiéramos decir<br />
qaesobrelaHabana,eniaatantesenquenoseleesperaba,yenpnq<br />
por d justo temor de loa desaciertos y olvidos a que la privación dilatada<br />
sude llevar a los hombree, hubiera tal vez esquivado BU presencia<br />
quien tuviera en el pueblo de Cuba menos fe, o le conociera menoa la<br />
grandeza, que d que hoy ostenta, como la honra singular que as, d tit&<br />
do Delegado de tur pueblo. Cayó allí d Delegado, e hizo. en los<br />
dientes de la Habana, cuanto tenfa que hacer, Si habrá por todaa partee,<br />
y en Key West eobre todas, agenciaa polfticaa de España, ea fácil<br />
imagimulo: si ae habrán, en estoa mcaee de extrema penuria, movido<br />
estaa agencias para crear difkukader o disensiones o impopularidad en<br />
torno dd reprwntan te de las emigraciones revolucionarias, calcúlese por<br />
cuantos tengan pensamiento: y caloulen luego cuán bermoao será, Y<br />
euhto aplauso no merece, d que ni una palabra aola, hablada o escrita,<br />
baya venido a perturbar la obra rápida y visible de aquél a quien laa<br />
.<br />
tmten de este mundo abren pan, en tdlencio reapetuooo, porque lleva<br />
connigo d encargo de remediar las ti de la patria. La miseria gemía<br />
tal vez a su alrededor; pero w puso BU Utima sonrisa para re&<br />
birle. Y el entusiasmo, más pujante y espontáneo que nunca, ha lfegado<br />
al cielo. ;Ni una sola mano atrevida, o penaamiento bajo, han logrado<br />
mover, en esta admirable diaciplína do abnas, todaa las agenciw<br />
MpañolM!<br />
Pero la lección no est6 en eeo, ni a eao ae ha de hacer alusión, por-<br />
que tal respeto era merecido y esperado; sino en la tierna delicadeza con<br />
que la ciudad de Key West, castigada hoy por tenaz esuwcz, eecondió<br />
POLíTICA Y REVOLUCIÓN 399<br />
sus penas de aquél que, para acudir a las de la patria, neceaita hoy de<br />
todo su reco,kiento y valor. Natural parecía que, azuzados por d CIK-<br />
migo hábil, acosasen a su llegada al Delegado los cubanos de alma flo-<br />
ja, o lo acogieseu con frialdad, o lo censurasen con la murmuración re-<br />
primida, o con el encono del silencio, o aguardaran de él alivio a sus<br />
afliciones temporales: i pero a las puertas de la familia heroica quo dio<br />
asilo al Delegado no llegó una sola aplicación privada a distraer de tnrs<br />
labores, visiblemente felices, al hombre pobre que sólo de su corazón<br />
podía hacer lonjas de pan, o de lo ajeno hubiera tenido que valerse para<br />
sofocar la impopularidad que hubiera podido acarrearle la indispen-<br />
sable negativa: nadie ofendió al Delegado, “al hermano Delegado”, como<br />
por alli se le llama con frecuencia, suponiéndolo rico cuando ee pobre,<br />
o bastante cobarde para hacer lo que no debiese, por el miedo de<br />
comprometer el afecto popular que lo rodea. Y dio así el pueblo cubano,<br />
la más alta prueba que el hombre puede dar de si, y por la cual se<br />
ve la alta o baja estatura moral de los hombres: y es no sospechar en<br />
los demás las faltas que no es él mismo capaz de cometer. Digno y va-<br />
liente es en el hambre como en la pelea el pueblo cubano, y por eso creyó<br />
a su Delegado digno y valiente como él. iY la bandera se ostentaba tal<br />
vea, durante aquella visita, en alguna casa donde sólo se servía al día<br />
una ves de comer! Pero las mujeres se pusieron su mejor traje blanco,<br />
y los niños saludaban a la patria, que se acerca, con cintas y flores.