RIGOR MORTIS

seis civiles escuchaban sentados el estruendo de medallas del analista, manejando la junta
en privado como una simple operación de guerra. Todos los ojos son burlados por el sello y
los intereses de los Estados Unidos.
El General Mike O‟Neill, actual director de la seguridad nacional, escuchaba a
Dolan con seca expresión. No estaba contento.
General.
-¿Hay alguna duda en tu mente que no se trata de Gabriel Fuster?- demandó el
Dolan hizo una pausa de vidente oriental y concluyó.
-He revisado los vínculos de la CIA por mi cuenta, señor. Todo concuerda. Los
reportes de la Agencia ratifican que la polaroid ha sido mostrada a las tres esposas del
poeta y cada una de ellas ha pedido su cráneo para golpear las puertas del cielo con mérito.
-Esperaba que hubiera un margen de duda en algún sitio, pero, diablos, lo reconocí
también. Yo lo conocí en Saudí durante la operación Desert Storm.
Gabriel Fuster era un junior con aspiraciones de escritor. Posibilidad para viajar a
todas partes del mundo con todos los gastos pagados y comprar amor. Había coincidido con
el General O‟Neill durante el aseguramiento de los pozos en Kuwait. Gabriel Fuster le
mostró un pedazo de papel lija diciéndole que podía servirle como mapa en el lugar. El
problema es que O‟Neill supuso el haiku una obra maestra, como a Ba Sho y Sun Tzu
renacidos en una misma persona. El General recibió la medalla del Congreso. Cientos de
otros soldados recibieron la misma condecoración y la general adulación de los medios. No
obstante, no hay registro oficial de este encuentro.
La CIA en Roma informaba encontrarse rastreando el pasaporte de Fuster, pero la
siguiente ocasión que se escuchó una palabra sobre él fue con el rumor de la presencia de
un mexicano recitando Veracrustáceo cerca de la frontera con Turquía. Asunto repetido y
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