RIGOR MORTIS

Bangkok. En una tienda de masajes conozco a Katsumi. No abundo en preguntas. Quizás su
nombre verdadero era Sun Tung Sin. O quizás era Orange Blossom, conduciendo un tuk-
tuk. Me doy cuenta que le agrado más de la cuenta. Ok, esto es miscegenación, pero que
diablos, ella era dulce y atenta. Me hace olvidar el duelo. Yo la trato bien, ella me da dos
hijos. Todo es una película de festival hasta que caminamos las calles circundantes de Khao
San Road, buscando vender bisutería para ayudar a la economía familiar, cuando sucede un
incendio en la venta de comidas especiadas y se extiende al resto del mercado. Esta
muchacha dulce, probablemente llamada Orange Blossom, o mamá, es aventada por la
enigmática mano abierta de la multitud corriendo y lo siguiente que supe es que mi familia
yacía sin vida en un charco de agua y ceniza, mientras las llamas consumían Kao San Road.
Me vi mutilado, consumido. No pude hacer otra cosa que llorar, hincado.
Entonces despierto en un hospital. Dos representantes de la embajada de México
vigilan mi recuperación al pie de la cama. Soy deportado a las 72 horas. En el vuelo MX-
059 conozco a esta atractiva azafata, Cloé. Ella me reubica en primera clase, me ofrece
cerveza Corona. Ojalá nos volvamos a ver en México, ella dice. ¿Estoy en el cielo?, yo
pregunto. Ella sonríe inteligente, el amor es algo así como un batir de alas. Y el enamorado
se confía, cree que se ha apropiado de la voluntad para volar y se arroja al vacío. Más, en
un cuarto del Hotel Regis, ella demuestra que es capaz de hacer el amor como los colibríes
abrevan de las flores, suspendida en el aire. De pronto sube una mujer alada al metro o al
micro y causa revuelo. Nadie se habría imaginado que iba a subirse mujer semejante. Ni
siquiera en su asiento se puede estar en paz, porque las alas molestan, despeinan, empujan.
La mujer pide disculpas, asegura que en cosas de minutos llegará a su destino, donde se
apeará definitivamente. La puerta se cierra y su pie queda atrapado, luego su cuerpo es
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