RIGOR MORTIS

que ya cuenta con una levantando su vaso de Perrier. El tipo insiste que tome otra bebida,
otra clase de bebida, una más fuerte al paladar. Lilith responde con un “No, gracias”,
soplado con los labios. De este modo, ella deja bien claro que no es una prostituta. Es la
misma historia de toda ciudad grande siempre, la alegoría del agua ígnea.
Aunque sus palabras no fueron descifrables, el gruñido de su estómago, sí.
-¿Have you had dinner? – pregunta el hombre con inglés muy técnico.
Ella no responde inmediatamente, las bandejas hablaban primero. Ahora él se halla
parado junto a su mesa.
sí, atrapado.
-¿May I sit down please? – insiste.
Ella sigue sus movimientos con la vista, tomando asiento como un queso. Atrapado,
-¿So, You’re an american? – pregunta Lilith, sabiendo de antemano que no.
-Yes, from Los Angeles…¿You’ve been there?
-Yes, of course. I’ve been in America many times myself. I’m an art dealer.
-¡I drink to that! - brinda el interlocutor, tomando la botella de Perrier.
Se intercala un largo silencio de dos minutos. Ambos intercambian sonrisas.
-Hey, I must make a telephone call to book this appointment at Louvre’s. ¿Would
you care to walk with me to find one on the way? – comenta Lilith.
ceder.
-I think that would be lovely – responde el hombre con los brazos cruzados sin
Ella termina su vaso con aire genuflexo y se pone en pie lentamente. Azul satín,
fiesta y trampa a la altura de los ojos. Atrapado, sí, atrapado.
Ambos caminan la Rue St. Benoît siendo las 2 a.m. Dos restaurantes se localizan al
final de la calle y el gentil acompañante sugiere detenerse en alguno de ellos. Lilith hace
16