RIGOR MORTIS

-¡Hernia hiatal, mi basamento! – declara Baltasar -¡No me pareció estar con un
lisiado la ocasión de nuestra orgía en Climax! ¡Digo, todas esas danzantes del tubo,
sentándose en tu regazo, despeinando tus barbas!
-¡Despertaste por la mañana, Melchor, con una erección tan insistente que los
ungüentos de piel de iguana vieja sólo consiguieron aumentarte la hinchazón!
-Yo iba a desenvainar mi cimitarra por ti
-Vamos, es la nostalgia. Ante todo, yo soy un mensch.
Gaspar levanta la vista a la estrella sobre sus cabezas, establo de todos los cielos.
-Sí, llevamos un buen tiempo fuera de casa.
-Hey, ¿Una cerveza? ¿Vino?
-Yo quiero un dimsun – dice Melchor. Al instante, los palillos chinos de malaquita
se materializan en su mano izquierda. El tazón del guisado en la derecha.
Entonces los tres magos se sientan a cenar. El rey nubio, el soberano árabe y el
monarca judío. Ellos se distraen jugando adivinanzas, aunque ninguna frase del Corán, del
Talmud o de la Biblia puede ser pronunciada, mucho menos escrita y se supone que ni
pensada. También se ponen a jugar ruleta rusa, pero terminan la competencia abruptamente
y con intercambio de latkes, cuando Baltazar y Melchor entran en discusión sobre la
pertenencia del muñeco dentro del pan de rosca. Finalmente, les gana el sueño. Extrañas
sombras en el cielo, atraviesan de parte a parte. La pesadilla los hace volver sobre sus
pasos, surcando dunas, desafiando un cielo que les regala toda clase de ojos.
palabras.
Cuando Baltasar despierta, a la mañana siguiente, su olfato dicta sus primeras
-¿Quién se hizo caca anoche?
Melchor habla de modo reflejo, su cerebro parcialmente despierto.
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