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EL SOL BRILLA PARA EL FRESCO<br />
El lado obscuro de la runa. Cuando el astronauta Neil Armstrong hizo la primera caminata<br />
lunar, no sólo recolectó la voz sobre los guijarros en la célebre frase “Un paso pequeño para<br />
el hombre, un salto gigantesco para la humanidad”, sino que antes de entrar de nuevo al<br />
módulo espacial, él refirió este enigmático comentario al aire nulo del satélite natural.<br />
“Buena Suerte, Mr. Gorsky”. En la hora del agua, mucha gente en la NASA supuso que se<br />
refería a algún colega en lo especial o algún rival entre los cosmonautas rusos. Pero al<br />
checar los datos, no aparecía ningún Gorsky entre las filas del programa espacial<br />
norteamericano o el ruso. Intactas, las preguntas se rindieron al letargo. Durante mucho<br />
tiempo se le cuestionó acerca de la identidad del señor Gorsky al héroe espacial, pero Neil<br />
Alden Armstrong simplemente se limitaba a sonreír.<br />
Erase una vez un hombre borroso durante el eclipse anular, más un hombre de personalidad<br />
colectiva. Llevaba camisas pálidas que le ponen al descubierto su largo y estilizado cuello.<br />
La sonrisa enseña una hilera de dientes completos mientras guiña y camina. Tiene el pelo<br />
brillante y algo cano. Las manos finas con dedos largos. A veces se cubre con amplios<br />
anteojos y se apoya en el tacón que choca contra las líneas gravitacionales de la manzana<br />
divina. Sus movimientos cumplen un ciclo de 28 días. Su pasar huele dulce y frío. Las<br />
chicas le sonríen, algunas le saludan. Pero él nunca se para. Siempre camina hacia algún<br />
sitio. Por eso es conocido, porque es rápido, ligero, y siempre pasajero. Hoy ha comido algo<br />
raro y le ha hecho un efecto peor. Ahora es imán. Y es un poco conflictivo, porque ha<br />
bajado a dar una vuelta y un mendigo le ha insultado porque le ha dejado el vaso vacío. Se<br />
le han pegado todas sus monedas en los pantalones al pasar. Y cuando se las ha ido a<br />
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