RIGOR MORTIS

son una respuesta a las actividades conocidas como Operación Punta de Longino. Los
Mariners a los que me he acercado se hallan apercibidos para dar entrevistas, pero lucen
motivados y listos para patear algunos traseros de ser necesario. Tienen noticias que hay un
hombre en Baghdad obstinado en hacer la tarea bien en esta ocasión. Let’s Irak and Roll,
folks. Este es Jan Moore, informando para CNN.
Saddam Hussein imagina cómo retrasar la aparición de las hormigas. Justo a tiempo,
murmuró el Presidente cuando Gabriel Fuster nota un oasis. Todos posan para Candid
Camara. Operación Punta de Longino hiere el costado del centinela y el sol cae gota por
gota en el charco de Dios donde los hombres armados levantan sus espejismos. Por
ejemplo, la policía antimotines usa balas de goma para desliar su obra cruel. Imaginen esto.
Alguien en algún lugar ha tenido una idea lúcida. Esta idea debería ampliarse a mayores
armamentos. Balas de goma, luego granadas con terciopelo, minas claymore de grageas,
torpedos de gel, tanques de estyrofoam y el regreso a la guerra de almohadones cuerpo a
cuerpo. Ok, una guerra química se jacta de haber desarrollado dos clases de gases, los que
provocan risa y los que hacen llorar. ¿Qué tal un gas que provoque libido? ¿Inspiración? O
pistolas de agua, que Hasbro ha desarrollado en mejores juguetes. ¿Por qué no ir más lejos?
¿Qué tal cañones que disparen Agua Quina? ¿Leche? ¿Jugo de naranja? ¿Y pompas de
distracción masiva? ¿Qué ciudad podría resistir la fuerza de un chicle bomba? Motita, por
supuesto. Igual, por lo menos, al ángel de la Bética, superior a la lucha entre el bien y el
mal, Saddam escucha la estrategia del imaginativo que pone el oasis a la izquierda y levanta
la victoria del polvo, polvo que es existencia y superficie de un desierto donde la guerra es
lo mismo que sed. Al mismo tiempo, Frank Dolan recibe el sobre clasificado de ultramar.
Peligro que no le pertenece. Arma que aún desconoce.
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