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-Los Críticos. El Unomásuno lo dice. El Economista lo dice. CNI lo dice. La<br />
SOGEM lo dice. Alberto Hijar lo dice. Gabriel Zaid lo dice. Christopher Domínguez<br />
Michael lo dice. Brozo lo dice. Elena Poniatowska lo dice. Y yo también lo digo.<br />
La nariz de Gabriel Fuster se agita. La rabia es contenida como es pagado un cheque<br />
que ostenta una firma ilegible.<br />
-Dígale a sus críticos que sus días están contados.<br />
-Nadie te tiene miedo. Tus amenazas de muerte son tan barrocas como tu literatura.<br />
-Veremos<br />
Gabriel Fuster encuentra una réplica de la escultura llamada Hombre señalando de<br />
Giacometti y cuelga a la anciana del brazo izquierdo con curva de dalle. La mujer es<br />
convertida en prisionera por las perlas de su cuello. Ahora espera colgada del brazo de la<br />
escultura con las piernas muy juntas, como un traje abandonado pesa tanto en los hombros.<br />
Su gesto apretado, arruga unos ojos a punto de ser pájaros. Y del bolso saca un estuche de<br />
pinturas y se repasa los labios sujetando un espejo pequeño. Pero el pelo, empujado por el<br />
viento, se mezcla con el rojo y se le queda pegado. Entonces saca un paquete de Kleenex,<br />
cuyos pañuelos salen volando y parecen palomas que un niño se acerca y recoge. Y ella le<br />
sonríe, pero él no la reconoce. Y se volverán a ver otro día en el mismo ejercicio pero<br />
nunca hablarán. Ella sabe que es un ángel por encima de todos los museos, pero él aún no<br />
lo sabe.<br />
¿Y ahora qué?<br />
Gabriel Fuster piensa, que la surrealista figura de palillo parece dirigir el rumbo<br />
hacia la siguiente parada. Entonces despierta en plena Batalla de Lepanto, pero como no<br />
sabe la historia, se vuelve cauteloso porque no quiere ser objetivo de malas miradas. La<br />
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