RIGOR MORTIS

-Estoy a sus órdenes, caballero. Ahora, con su permiso, tengo una caja que
desempacar. Cincuenta volúmenes de La Alegría del Cocinar. Esos tomos tienen que ser
manejados con total buen gusto o se me vuelven mil hojas. ¿Entendió, mil hojas? – ríe el
empleado con su chiste soso, mientras se desplaza al almacén. El hombre que nunca fue el
cliente satisfecho ya lo alcanza y lo empuja contra la esquina que forman las blancas
estradas de Historia del Arte y Superación Personal. Y uno no tiene idea de lo que sucedió
hasta que ese personaje consolado por el salto de la bujía le da la vuelta y le riñe en
aumento de la voz.
-Bien, lo que quiero que me respondas es ¿Por qué no está ubicado el libro que
mencioné en la sección de los Best-sellers?
Un espasmo de terror genera lágrimas en los ojos de Carlos Vásquez. La cabeza se
le llena de nombres viejos y fichas ajadas.
-No lo sé –responde.
-Mírame bien. Dime que no eres uno de ellos
-No soy uno de ellos
-Tú sabes a quienes me refiero –la alegre fiebre le baja a los pies. El misterioso
hombre sospecha que la respuesta no es del todo correcta.
-La verdad no, señor. Sólo le seguí la corriente porque leí Omerta de Mario Puzo.
El tipo desdibujado suelta la camisa del empleado y se retira un paso atrás. Arregla
su peinado un poco, luego le compone el gafete a Carlos Vásquez. Finalmente le dice sin
hacer contacto visual.
-Por supuesto que no. Es obvio que simplemente eres un ratón de biblioteca. Te
pido disculpas por mi rudeza.
-No hay de queso
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