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mandil.<br />
idiota!<br />
Tomás se queda petrificado. Limpia, nervioso, sus manos como abanicos en el<br />
-Sí, claro...Myshkin. Sí, él trataba a las mujeres decentemente...¡pero él era un<br />
En la distancia, Gabriel Fuster intenta arrollar a su novia en turno. Aun así, da la<br />
impresión de que es su automóvil que saldrá volando y habrá de concluir su viaje debajo de<br />
los pies de algún curioso. De ahí que el testigo, o quién esté esperando su platillo, se<br />
mantenga dispuesto a dar un brinco atrás, o a un lado, por si ve la luna frágil describir una<br />
parábola en el aire y venir a él.<br />
escena.<br />
-Algunos hombres son demasiado buenos con las mujeres – comenta Tomás, tras la<br />
Me quedo pensativo un momento. El comensal al lado se involucra en la<br />
conversación y dice:<br />
-Ok, escuchen esto. La primera chica que me enamoré, Nina, tenía dieciséis años y<br />
yo diecisiete. Ambos vivíamos en la misma calle del centro. Su padre era el dueño de la<br />
carnicería de la esquina. Gran cosa. Mi familia no tenía la solvencia para comer T-bone<br />
todos los días. Ella me amaba de igual modo, así que nos fugamos. Tomamos juntos la ruta<br />
a la frontera con Texas, caminado, pidiendo aventones, infiltrándonos de polizontes,<br />
viviendo la vida en pareja dentro de los vagones del tren, entonces ella pescó una<br />
pneumonía antes de alcanzar nuestro destino y murió en una cama de la Cruz Roja en<br />
Linares, Nuevo León.<br />
Me vi impotente, devastado.<br />
Lo siguiente que supe fue que había cruzado el río Bravo como ilegal. Allí me<br />
enlisté en la marina como pinche. En otra pinche maniobra, termino embarcado para<br />
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