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RIGOR MORTIS

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Tú eres el que recientemente tuvo la angioplastia, luego debes de tener más energía<br />

que yo para servir las copas. Yo estoy exhausto. Mira, hay un par de vasos limpios dentro<br />

del gabinete, a menos que la mujer que hace la limpieza haya removido el sello de la<br />

alianza mientras recibía el Nobel.<br />

Sí, mientras recibía el Nobel. No, no estoy melancólico. Es la tensión del largo viaje<br />

y todo lo que me aconteció en Estocolmo. Mentira, Gabriel, estoy triste. Apenas son seis<br />

días desde que cambiaron los signos de las calles en mi vida, pero estoy reconciliado con<br />

ello...¿Perdón, que dices?<br />

Está bien. Lo siento, no fue mi intención confundirte. Te contaré sin censura.<br />

Nondum eram abyssi et ego jam concepta eram. Diablos, no se trata de una casualidad<br />

terriblemente complicada, luego puedo fortalecer tu pulso con pocas palabras. Pero abstente<br />

de hacer comentarios que me interrumpan y mejor escríbelos en el papel para repasarlos<br />

cuando termine mi relato. ¿Estamos de acuerdo?<br />

Bien. Escucha, mis honores estaban programados para el segundo día de arribo. En<br />

tanto yo buscaba una semana de anticipación para ver los puntos de interés alrededor, pero<br />

me encontré en zugswang cuando SAS puso este Boeing 747 en el aeropuerto Internacional<br />

Arlanda y mi mentor, Jules Freitag, esperaba el aterrizaje con su nueva esposa, Veronique,<br />

y su hijo, León. Ellos se dejaron acompañar del doctor Yakov Mikhailovich Berger,<br />

también conocido Jacques Bergier, un individuo de tradición bizantina que escribe sobre<br />

temas de superación personal en gruesos tomos que nadie compra o lee. El clima, por<br />

inusitado que parezca, era templado. Jules tenía la camisa abierta del primer botón y llevaba<br />

el saco en el brazo. Veronique se mantenía pasando el dorso de la mano por encima del<br />

labio superior y León, a pesar de no tener la edad de los dientes del felino, vestía pantalones<br />

cortos. Sin embargo Yakov, o Jacques, portaba unos guantes, guantes blancos de látex, de<br />

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