RIGOR MORTIS

En la siguiente calle encontramos este Ford Galaxie 70 que alguien abandonó unos
setenta metros de nadie. Los carros mueren también. Y son abandonados a la
descomposición como el día acaba, sin merecer una sepultura. Autos como éste terminan
con el cofre expuesto a las aves de rapiña, las bestias agazapadas y los profanadores de
tumbas. El tío vive en la unidad reducida a chatarra. Un gato rasca la puerta del conductor,
lanzando un maullido luminoso. Una voz surge del interior.
-Pinche gato, ¿otra vez?
Gabriel se estremece.
-Soy yo, tío
-¿Gaby? ¿Qué chingaos haces aquí? ¿Cómo supiste donde localizarme?
El tío Rubén abre la puerta. El gato se cuela entre sus piernas.
-Necesito tu ayuda
-¿Dinero? –balbucea- Olvídalo. Ya cambié el cheque de mi pensión y ya me lo gasté
todo en un mismo sitio. Mejor pregúntales a mis cinco herederos cuánto les toca.
-No necesito dinero, gané una beca de fomento a la creación. Necesito tu consejo,
me agobia un misterio.
-¿Misterio? ¡Adoro los misterios! ¡Vamos, sube, sube!
El interior del auto es hueco puro. Un símbolo. Un fragmento de poesía y algo del
mismo aire muerto dentro del pulmón del elefante. Mi tío comenta que lo ha rediseñado,
que puede volar. El Ford Galaxie 70 puede volar y veloz, alcanzar la luna en dos horas.
Manejando rumbo al Mar de la Tranquilidad, 20 grados sur, 130 este, perfectamente
localizado, no puedes perderlo. Ok, no hay aire en el espacio. No problemo. Sube las
ventanillas, pon el aire acondicionado.
-Dame las pistas
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