RIGOR MORTIS

arangay, o villas, lejos de la nueva constitución y los constantes rumores de golpe de
Estado. Ruben Montiel se halla en el negocio que promueve la paz, pero los trabajadores
humanitarios ofrecen alimento por sexo. Cada noche, las jóvenes nativas se arrastran a
través de huecos en el alambrado que rodea el campamento, para ofrecer sexo a cambio de
mercancías, tales como un plátano o una caja de leche, para alimentar a sus hijos o
hermanos. Esta es una historia que no sonaría extraña en cualquier país en crisis, si no fuera
por el detalle que Ruben encuentra el amor en el lugar más atroz y porque él y Náutica
Gutiérrez prefieren esconder bien las manos que sobrevivir. Tocar el mar de las numerosas
islas circunvecinas, simular el pulpo con los dedos. No cabe desilusión en este pequeño
gobierno local, consistente en apenas 30 viviendas, cuando el soldado enseña la pantorrilla
y los cascos azules están cubriendo el huevo de la tortuga. Las mujeres de mayor edad se
quedan a dormir con ellos en las barracas, las impúberes se desnudan ante ellos, mientras la
lagartija mueve la colita para no caer en el esmalte blanco de un jarrón. Ellas tienen que
hacerlo porque algunas no tienen a nadie que las cuide ni asegure alimento. Náutica llega a
mitad de un juego de barajas, soplada por la luna. Un mosquete español dispara una salva al
aire como exclamaciones, la bala es lenta para morir. Náutica es diminuta y frágil, Ruben es
capaz de levantarla en vilo con un solo brazo. Sus rasgos son delicados y tienen luciérnaga.
No obstante, su cara cambia drásticamente con la variación de la luz. Monet habría tenido
que hacer su retrato dieciocho veces, como lo hizo con la Catedral Rouen, del alba al calmo
atardecer, para capturar un único momento intocable. Ella es descendiente directa de esa
fuerte presencia musulmana que ocupó la isla principal de Mindanao, para el desmayo de
Magallanes y sus expedicionarios haciendo escalas fugaces, quienes acababan de liberarse
de los moros en la península ibérica tras siglos de lucha. En su porción de tierra rodeada de
llanto, en municipalidad Polanco, ella había conocido otros hombres antes, pero era un
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