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ello que el monje hace la intrusión de este conocimiento al exterior de él. ¿Se entiende<br />
esto? Muy simple, es como cuando hablo todo yo sin hablar de mí. Además que<br />
simplemente recordarlo siento orinarme el pantalón.<br />
Gabriel advierte la endecha del gato que prepara su salto en la diagonal perfecta<br />
fuera de su karma instantáneo. El maullido se esfuma, sin viento.<br />
-¡Hela allí! La luna llena está a la vista. ¿O el sol se ha disfrazado de luna? Parece<br />
un desierto de dunas y hace sol, pero no demasiado intenso, eh...aunque descubro que sí<br />
tiene gravedad. Digo, ¿Podemos hacer un alunizaje, a esta velocidad? Nada de hipnosis, por<br />
favor.<br />
- La luna quema tus bujías, Tío<br />
-¿Qué hora es?<br />
-Hora de dar fin a la charada...<br />
-La luna. Yo tuve una luna universo. Era amarilla, de plastilina. Me la regaló un<br />
amigo en un mercadillo, y tardé años en verla. Pero la llevaba siempre encima. Hasta que<br />
un día se me partió por la mitad y entonces cayó a mis pies como una moneda. Y estuve<br />
mucho tiempo llorando después porque la perdí. Ahora, un gran salto me separa de<br />
alcanzarla. Ahí voy, desde el resorte de fierro hasta dos pasos enormes. No se oye un ruido.<br />
-Tío, tú no puedes volar...<br />
-Ah, sí. Lo olvidé. Ok, ambos tomemos el elevador.<br />
-Tío Rubén, el lugar no tiene elevador<br />
-¿No?...qué raro. ¿En qué lugar estamos?<br />
-Todavía en la calle de la melancolía, nunca nos movimos de lugar...<br />
-Ok, entonces tú baja del auto y yo subo al poste y me lanzo volando hasta el lado<br />
obscuro de la luna.<br />
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