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-Fides quaerens intellectum...ji, ji, ji<br />
-¡Abre la caja, fenómeno!<br />
Llega el momento de denuedo, cuando hay que tomar al ángel por los cuernos. El<br />
demonio responde con milenaria saliva de elemental español<br />
-Yo escucho. Yo obedezco.<br />
Todos los poderes del averno forman un géiser de almas en pena. La noche muestra<br />
una hendidura de la mañana próxima y la puerta blindada se abre de golpe, poniendo la<br />
revelación a unos pasos de distancia. Antes de despedirse, Surgat dirige una petición.<br />
-Poderoso amo, ¿puedo daros un regalo?<br />
Ruben recuerda las advertencias de Náutica en el interior de su cabeza. Debes<br />
llamarlo, pero tienes que conducirte con mucho cuidado. Es caro, pero más hay que temer<br />
el sigilo de los ricos. Por otro lado, es un cerrajero finalmente. ¿Qué daño puede hacer un<br />
cerrajero?<br />
-Ok, Acepto tu regalo.<br />
Surgat regresa el cuerpo de Náutica. Pocos son los capaces de pedir un regalo para<br />
regalarlo. Ruben ve el prodigio con las yemas de sus dedos, resucita el cuerpo con sus ojos.<br />
Unos dicen que, puesto que el amor existe, hay que negarlo; otros que, puesto que no<br />
existe, hay que inventarlo. Otros que sólo existe el amor de Dios. Un taxi amarillo se lleva a<br />
Surgat a través de Central Park. En tiempo real, dos marionetas llevan a cabo un final feliz,<br />
celebrando la noticia contra las palabras del poeta Tanaka Katsumi: “Guardo la certeza que<br />
mi mejor amigo aparecerá luego de mi muerte y que mi verdadero amor debió morir antes<br />
de que yo naciera”. Ninguno oye latir la luz del lado de la bóveda.<br />
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