RIGOR MORTIS

palpitantes de Dumas, Goethe, Tolstoi y Moravia, del ditchterliebe a los cuentos cortos sin
esfuerzo de Gabriel Fuster, Gibran Jalil Gibran y Maupassant, únicamente para reparar que
ellos sabían menos que él. Una moneda arrojada en el aire o una margarita deshojada son
máquinas simples de producir respuestas al azar. Un libro abierto donde caiga, no. Sin
embargo, lo no dicho se hace visible o, más exactamente, encarna con la pintura, pero
consintiendo toda falsa representación del amor –vistos como el corazón cárdeno, Dios, un
ave en su nido, el modelo externo– él sabía que ellos, los pintores, habían mondado apenas
la capa más superficial de lo que es amor. Ni siquiera Boticelli o Da Vinci o Schiele o
Picasso o Lichtenstein o Malevich o los artistas de Mad, con toda su inspiración, con toda
su estética, tenían una mejor explicación que los escritores. Finalmente, para colmar las
más desmesuradas apetencias de un investigador, un millón de cartas le provocaron al alma
hincharse de voces amigas, pero ninguna le provocó la oportunidad del amor. No obstante,
a pesar de las probabilidades que se disipan en la marcha, él encontró las pistas de un
atrevido viraje en la noche de diciembre de 1987 y una vez encontrado el camino indicado,
Ruben estaría muy asustado para dar un paso adelante.
En diciembre de 1987, prestando servicio en los Cuerpos de Paz con sede en Filipinas.
Ruben Montiel, de 28 años de edad, tropezó con el hecho de que el Grial, según el misterio
de su caprichosa etimología, existe. La expansión del mundo y la colonización han
terminado. La metrópoli, donde empiezan las periódicas bancarrotas del erario, pide al
orden mundial nuevos intercambios. Paco se une a los cuerpos de paz porque ellos
extienden la dialéctica de Naciones Unidas, colaboración internacional, a invitación del
nuevo gobierno de Corazón Aquino. Pero esa operación no unifica a la nación. Filipinas es
el área de mayor altura humana y comercial, pero el pueblo vive por su cuenta, en los
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