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RIGOR MORTIS

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Pido que me traduzca Magasinet etcétera, etcétera. Ella aclara que no es posible<br />

traducirlo al inglés. Tal vez al español, siempre que la ayude un poco. Ambos reímos y ella<br />

repite Cyklopstrasse, luego añade Keep of extraordinary existences. Yo supongo que quiso<br />

decir la custodia de las existencias extraordinarias, pero no puedo estar seguro. Agnes<br />

empuja la arcaica puerta terrenal para ingresar con el alma mojada entre dos ráfagas<br />

encontradas de aire. En el interior no veo otra cosa que las leyes de la luz, luz haciendo a un<br />

lado la obediencia nocturna. Ibant obscuri sola sub nocte per umbran. Agnes me toma<br />

ahora del codo y me hace caminar dentro de una imagen fija de la linterna mágica. Mis ojos<br />

se ajustan a la luminosidad, simplemente para contemplar el repositorio de tesoros más<br />

grande que haya visto en la vida.<br />

Más vasto que el Louvre, más magnífico que El Prado. Más valioso que el<br />

Metropolitan Museum o el Ermitage. Más luminoso, más puro, más exquisito, debilitando<br />

la perspectiva del Boymans-van Beuningen de Rotterdam, o el Museo de Antropología.<br />

Cada arco ojival y la bóveda por arista sobre esbeltas columnas, daba a toda la estructura<br />

una impresionante sensación de mareo. Desde la nave central donde estaba parado, yo pude<br />

ver sala tras sala en líneas que desvelan a los quirománticos y llenos con los cuerpos<br />

disecados de todos los seres conocidos de la mitología universal. No hurgas las cantidades<br />

infinitas de tu memoria. El museo que mi Agnes guardaba, el repositorio que mi Agnes<br />

cuidaba, la galería que mi Agnes clasificaba y vendía la diversidad de cada copia, era la<br />

galería de los seres inimaginables. En nichos o en pedestales, en cajas de cristal o<br />

suspendidos con alambres de techos invisibles, los monstruos lucían sin memoria, sin<br />

vínculo, solos, nacidos por generación espontánea para una muerte hermosa y manual como<br />

una manzana. Por aquí, allá y más allá. La milenaria tortuga Kurma que sostuvo el monte<br />

Mandara en su caparazón durante la agitación de los océanos por Devas y Asuras. Un par<br />

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