Contenido - Repositorio de la Facultad de Filosofía y Letras. UNAM
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Enrique Flores<br />
algunos en los alre<strong>de</strong>dores <strong>de</strong> santuarios célebres (II, 91). Para el Doctor<br />
Atl, pintor él mismo, el asunto que se representa en el cuadro, los colores,<br />
<strong>la</strong> perspectiva, <strong>la</strong> actitud <strong>de</strong> los personajes, “todo es <strong>de</strong> un absurdo<br />
que mueve a risa”: “<strong>la</strong> misma leyenda [es <strong>de</strong>cir, el re<strong>la</strong>to <strong>de</strong>l mi<strong>la</strong>gro<br />
escrito abajo <strong>de</strong> <strong>la</strong> imagen que lo representa] está escrita en un lenguaje<br />
bíblico, y generalmente es una contradicción <strong>de</strong>l hecho representado”<br />
(II, 92). Según Atl, <strong>la</strong>s agitaciones revolucionarias “hicieron renacer temporalmente<br />
<strong>la</strong> antigua costumbre”, y aún podían verse, en algunas iglesias,<br />
exvotos alusivos a mi<strong>la</strong>gros hechos a los soldados en <strong>la</strong>s batal<strong>la</strong>s:<br />
El revolucionario que peleaba contra el clero, contra <strong>la</strong> iglesia, por sugestión<br />
o porque no sabía contra quién peleaba, seguía siendo profundamente<br />
religioso y profundamente católico. Después <strong>de</strong> saquear una iglesia se llevaba<br />
<strong>la</strong>s pequeñas imágenes al cuartel o a su casa para encen<strong>de</strong>rles una<br />
ve<strong>la</strong> o hacerles un triduo o encomendarles <strong>la</strong> protección <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia.<br />
Y recuerda dos hechos que manifiestan esa admiración:<br />
Cuando yo tomé posesión <strong>de</strong> algunas iglesias en Orizaba, <strong>la</strong>s mujeres <strong>de</strong><br />
los soldados <strong>de</strong>l pueblo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> vestirse el<strong>la</strong>s y <strong>de</strong> vestir a sus niños<br />
con los ropajes eclesiásticos, se <strong>de</strong>dicaron a escudriñar todos los rincones<br />
<strong>de</strong> los templos. Al encontrar los retablos su alegría fue inmensa. Se posesionaron<br />
<strong>de</strong> ellos y se pusieron a comentarlos. Al <strong>de</strong>rredor <strong>de</strong> cada persona<br />
que pudo alcanzar uno se formaron grupos que comentaban prolijamente<br />
el mi<strong>la</strong>gro representado. El retablo fue conservado y colocado en el muro<br />
sobre el petate que servía <strong>de</strong> cama.<br />
En otra ocasión, en un pueblo <strong>de</strong>l Distrito Fe<strong>de</strong>ral ocupado por <strong>la</strong>s tropas<br />
<strong>de</strong>l Gobierno, los soldados <strong>de</strong> Zapata dieron un asalto a una pequeña<br />
iglesia que se encontraba en <strong>la</strong>s goteras <strong>de</strong>l pob<strong>la</strong>do, y habiéndo<strong>la</strong> tomado<br />
entraron en el<strong>la</strong> a saco. Lo primero que cogieron fueron los retablos —muy<br />
curiosos algunos <strong>de</strong> ellos— y al abandonar <strong>la</strong> iglesia, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un contra<br />
ataque violento <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fuerzas fe<strong>de</strong>rales, lo único que cuidaron <strong>de</strong> salvar<br />
fueron los heridos... y los retablos (II, 92-93).<br />
No so<strong>la</strong>mente el pueblo se sentía fascinado por los exvotos; algunos<br />
artistas <strong>de</strong> vanguardia se acercaron a ellos también, atraídos por su ingenuidad<br />
y su magia. Es el caso <strong>de</strong> Diego Rivera, que les <strong>de</strong>dicó un