Research Report - Clayss
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puede contribuir no sólo a mejorar las condiciones de vida de la comunidad, sino también a<br />
educar a los niños y adolescentes más vulnerables a la participación, al ejercicio activo de<br />
sus derechos, y también de sus deberes, a la iniciativa personal y colectiva.<br />
Son numerosos a nivel internacional los estudios sobre el impacto positivo del<br />
aprendizaje-servicio en la autoestima y la resiliencia de los niños y jóvenes más vulnerables<br />
(BILLIG, 2004; FURCO, 2004), y también en Argentina hay numerosas evidencias en ese<br />
sentido, si bien no sistematizadas aún (MINISTERIO DE EDUCACION, CIENCIA Y<br />
TECNOLOGIA, 2004). Sería sumamente interesante poder profundizar, a partir de la<br />
información provista por esta investigación, en el impacto de las experiencias solidarias<br />
protagonizadas por estudiantes en situación de pobreza en las comunidades y en ellos<br />
mismos.<br />
Las escuelas de gestión privada atienden en mayor proporción a comunidades<br />
alejadas del ámbito de la propia escuela (26,45%) que las escuelas de gestión estatal<br />
(10,51%). Esto puede explicarse por el mayor poder adquisitivo de los estudiantes de<br />
algunas escuelas de gestión privada, y también por el menor peso en esas instituciones de<br />
algunas restricciones legales en cuanto a la movilización de los estudiantes. De hecho,<br />
durante los años de la crisis, en varias jurisdicciones los Estados provinciales habían dejado<br />
de pagar los seguros que cubrían a los estudiantes de las escuelas de gestión estatal en caso<br />
de accidentes, por lo cual se desalentaron viajes y actividades alejadas del establecimiento<br />
escolar.<br />
Las experiencias educativas solidarias atienden a las propias comunidades de las<br />
escuelas en 23 de las 24 jurisdicciones.<br />
La única excepción es la Ciudad de Buenos Aires, cuyas experiencias solidarias –<br />
como se ha visto- priorizan la atención de niños y poblaciones rurales aisladas. Como<br />
primera aproximación, el dato podría vincularse con el hecho de que la Ciudad de Buenos<br />
Aires tiene índices de desarrollo superiores a la media del país, aunque no podríamos dejar<br />
de considerar otros factores.<br />
Tradicionalmente las escuelas porteñas han favorecido la atención a poblaciones<br />
más carenciadas, especialmente a poblaciones rurales alejadas. De hecho, el “apadrinar” a<br />
escuelas en contextos sociales menos favorecidos es una de las actividades más antiguas y<br />
arraigadas en la jurisdicción, tanto en las escuelas de gestión estatal como privada.<br />
Algo paradójicamente, la relativa facilidad con que un gran número de los niños y<br />
adolescentes porteños pueden disponer de alimentos y ropa para donar motiva que muchas<br />
escuelas reiteren el mecanismo de las “campañas” de recolección de este tipo de insumos.<br />
Estas actividades, sin duda indispensables y meritorias, pueden sin embargo desalentar el<br />
desarrollo de proyectos más complejos, que impliquen el diagnóstico previo de<br />
necesidades, la interacción directa de los estudiantes con los destinatarios del servicio, etc.<br />
En ese sentido, las escuelas ubicadas en jurisdicciones en situación más desfavorable,<br />
donde los estudiantes no tienen excedentes que donar, aparecen como más proclives a<br />
desarrollar proyectos más complejos de servicio, donde los estudiantes donan su tiempo y<br />
sus saberes más que elementos materiales.<br />
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