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69_J_L_Tieck_El_blondo_Eckbert_El_gato_con_botas_1965

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lleno de los mismos árboles, y en medio una pequeña<br />

choza. Un alegre ladrido llegó hasta nosotros, y muy<br />

pronto un ágil perrito que agitaba la cola se dirigió<br />

saltando hacia la anciana; seguidamente vino hacia<br />

mí, me miró por todos lados y <strong>con</strong> grandes zalamerías<br />

fue otra vez hacia la vieja.<br />

"Cuando descendíamos de la colina, escuché un<br />

maravilloso canto, que parecía provenir de la choza,<br />

y recordaba el de un pájaro. <strong>El</strong> canto era así:<br />

Soledad del bosque,<br />

de que tanto gozo,<br />

de noche y de día<br />

por la eternidad.<br />

¡Oh! ¡qué grande gozo<br />

es mi soledad!<br />

"Estas pocas palabras repitiéronse muchas veces;<br />

SI tuviera que describir su música diría que se asemejaba<br />

al sonido de la siringa y al cuerno de los<br />

cazadores, oídos en lontananza.<br />

"Mi curiosidad se en<strong>con</strong>traba extraordinariamente<br />

excitada; sin esperar la orden de la anciana, penetré<br />

<strong>con</strong> ella en la choza. La luz crespuscular había invadido<br />

ya la habitación; todo estaba en orden. En el<br />

armario adosado al muro veíanse algunas copas; sobre<br />

la mesa había extrañas vasijas. De la ventana colgaba<br />

una brillante jaula, y el pájaro encerrado en ella era<br />

realmente el que entonaba la canción. La anciana<br />

jadeaba y tosía, como si no pudiera reponerse. Ya<br />

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