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Vulnerabilidad-y-Silencio

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Leslie Solís (2013), investigadora del Programa de Seguridad y Justicia de México<br />

Ev<strong>al</strong>úa se plantea dos preguntas: “¿Qué pasa con los niños una vez que sus padres ingresan<br />

<strong>al</strong> Centro de Readaptación?, ¿Quién los va a cuidar?”. En los resultados de la encuesta<br />

aplicada en los Centros Feder<strong>al</strong>es de Readaptación Soci<strong>al</strong> por el Centro de Investigación<br />

y Docencia Económicas (CIDE) en el 2012, se presenta que el 58% de los hombres dijo<br />

que sus hijos menores de 15 años se encuentran bajo el cuidado de sus madres y, que<br />

sólo el 22% de las mujeres reportó que sus hijos se h<strong>al</strong>lan bajo la tutela de sus padres.<br />

Pero qué pasa cuando con los hijos que terminan en un <strong>al</strong>bergue o cuando son<br />

cuidados por tíos, abuelos, u otros parientes, trayendo frecuentemente la consecuencia<br />

de ser separados o, como menciona Solís (2013), quedar bajo el cuidado de otro hermano<br />

menor de edad. Asevera: “Debemos buscar que los hijos de los internos no sean castigados<br />

también por las acciones de sus padres. Debemos evitar que los hijos de madres y padres<br />

encarcelados se conviertan en las víctimas olvidadas del encarcelamiento” y agrega que, la<br />

atención hacia los niños, frecuentemente se ve reducida y las relaciones con los otros<br />

miembros de la familia se deterioran.<br />

El princip<strong>al</strong> motivo de angustia de las reclusas es la incertidumbre del destino de sus<br />

hijos en cuanto a quién se hará cargo de ellos y si lo harán diligentemente; como se ya se<br />

mencionó, la tercera parte de los hijos de las reclusas son cuidados por los abuelos<br />

(Briseño, 2006).<br />

Los hijos de los presos son víctimas secundarias de la privación de la libertad como<br />

mencionan Techera, Garibotto y Urreta, de la Fundación Entre Todos de Uruguay (2012),<br />

pues son privados de la presencia cotidiana de los padres. Todo esto trae repercusiones<br />

emocion<strong>al</strong>es t<strong>al</strong>es como: volverse introvertidos, tener frecuentes problemas de s<strong>al</strong>ud,<br />

bajar su desempeño escolar o manifestar tendencias agresivas, antisoci<strong>al</strong>es o delictivas.<br />

También se han detectado <strong>al</strong>teraciones en los patrones de sueño y en la <strong>al</strong>imentación; así<br />

como el inicio del consumo de drogas, <strong>al</strong>cohol y tabaco (Robertson, 2007).<br />

Afectación en el ámbito soci<strong>al</strong><br />

El encarcelamiento de una madre puede afectar a todos los miembros de la familia,<br />

sobre todo si no es el padre quién cuida de los hijos, el que sean atendidos por otros<br />

parientes implica que tengan que cambiarse de casa. También puede ser que tengan que<br />

mudarse de domicilio por la presión soci<strong>al</strong> adversa pues, con frecuencia, son asediados<br />

por los demás. Por estos factores pierden amigos del barrio y de la escuela siendo que,<br />

en ese momento de estrés, es cuando más necesitan de las redes de apoyo que se ven<br />

<strong>al</strong>terados <strong>al</strong> cambiarse de casa (Robertson, 2007)<br />

Soci<strong>al</strong>mente padecen marginación, desaprobación y desprecio, y rara vez reciben<br />

apoyo y compasión. La percepción de la comunidad sobre <strong>al</strong>guien que está recluido es<br />

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