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Vulnerabilidad-y-Silencio

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familiar es diferente-, la autora menciona que la familia es en los Estados Unidos “el<br />

arma más v<strong>al</strong>iosa de este país en la lucha contra la delincuencia”.<br />

La familia, argumenta, puede ser un incentivo para que el recluso se desarrolle,<br />

aprender y cambie. Algunas autoridades que trabajan en los rubros de libertad<br />

condicion<strong>al</strong> ven en los lazos fuertes de familia un indicador de que los encarcelados<br />

están mejor preparados para s<strong>al</strong>ir. A su vez, muchos padres encarcelados pueden<br />

contribuir positivamente en aspectos propios a la crianza de los hijos. Los prisioneros<br />

que f<strong>al</strong>lan como ciudadanos pueden tener éxito como padres.<br />

Finney y Addams (2001), destacan que el contacto tiene siempre un impacto positivo:<br />

los padres que hablan con sus hijos parecen adaptarse mejor <strong>al</strong> ambiente de la cárcel, <strong>al</strong><br />

tiempo de que los niños parecen lidiar mejor con la separación si tienen más contacto<br />

con su progenitor(a) encarcelado(a).<br />

A su vez, los estudios demuestran que la mayoría de los niños y niñas manejan mejor<br />

la crisis del encarcelamiento del padre o la madre cuando lo o la visitan, aún y cuando<br />

para la familia se requerirá de un tiempo para lidiar con los sentimientos que estos<br />

encuentros les significan. Aunque el no hacer visitas puede ser más fácil<br />

emocion<strong>al</strong>mente, a corto plazo, el no ver no quiere decir dejar de pensar. La distancia<br />

crea mucha confusión, preguntas, peligros y temores imaginarios con los que los niños<br />

deberán lidiar. Estos sentimientos se traducirán en problemas de comportamiento en la<br />

casa, escuela o en ambas y, a la larga, pueden ser perjudici<strong>al</strong>es para el niño o niña<br />

(Children of Prisioners Library, 2003).<br />

Aun así se debe res<strong>al</strong>tar que, en gener<strong>al</strong>, existen puntos no favorables para las visitas<br />

de la familia y de los niños de internos en los centros de reclusión. Los pen<strong>al</strong>es no están<br />

arquitectónicamente diseñados para ello; el person<strong>al</strong> puede tener actitudes negativas<br />

hacia los familiares visitantes; f<strong>al</strong>ta de privacidad.<br />

Rosenberg (2009) puntu<strong>al</strong>iza que:<br />

Probablemente, <strong>al</strong>gunas de las dificultades que los niños enfrentan <strong>al</strong> visitar a sus padres<br />

encarcelados sean resultado de las actitudes de los custodios, quienes -implícita o<br />

explícitamente- consideran el contacto con la familia como un privilegio de los reclusos que<br />

puede quitárseles; en lugar de verlo como un derecho de los hijos que debe conservarse.<br />

En las naciones donde los teléfonos son accesibles para la mayoría de la población, las<br />

llamadas entre el interno y sus familiares suelen ser el medio más común para<br />

comunicarse, inclusive más que las cartas. En México, en el CEFERESO 1 “Altiplano”, un<br />

pen<strong>al</strong> de máxima seguridad, se estableció dentro de la “Estrategia Penitenciaria 2008-<br />

2012“, el programa “Tele visita”, el cu<strong>al</strong> permitió la comunicación a distancia de los<br />

internos con sus familiares por medio de teleconferencias. (México Ev<strong>al</strong>úa, 2013).<br />

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